- Editorial: ALMUZARA
- Año de edición: 2013
- Materia: Novela biográfica
- ISBN: 978-84-15828-31-0
- Páginas: 264
- Encuadernación: Rústica
- Colección: Memorias Y Biografias
- Idioma: Español
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Espero que mi libro sirva para que otros niños sepan cómo nos trataban los nazis, y para que conozcan las consecuencias de los prejuicios y del odio. Odiar es malo, pues es como un veneno que carcome por dentro. Existe el odio y existe el amor. Yo quiero estar del lado del amor: con estas palabras se abre el relato de una historia real que comprende dos años, entre 1943 y 1945. La familia holandesa Verolme permanece unida, y logra por un tiempo evitar la deportación a un campo de concentración gracias a los esfuerzos de los padres. Pero en ese camino pierden a familiares y amigos. Finalmente, también ellos, los padres, Hetty y sus dos hermanos, son deportados al campo de Bergen-Belsen. Allí la familia permanece unida, a la vez que continúan los esfuerzos de los padres por alimentar mejor a sus hijos, por ahorrarles todo el sufrimiento que puedan, por lograr que conserven un mínimo de intimidad y de dignidad en un lugar donde el odio aplasta ambos conceptos y donde muchas de las víctimas se dejan dominar por esa pérdida de dignidad. Todo ello revela, mejor que muchas reflexiones, la importancia de la familia como soporte y escuela de virtudes, también en circunstancias extremas. Todos viven situaciones duras. La peor de todas ellas es la deportación de los padres a destinos desconocidos. Es entonces cuando Hetty, con catorce años, decide hacerse cargo no solo de sus hermanos, sino de todos los niños del campo. De esta forma, su opción por el amor se refleja en la atención de los pequeños, en la búsqueda de comida aun con riesgo de su vida, en la transmisión de paz. En esta tarea, asiste a otra prisionera del campo, una mujer polaca llamada Luba, con la que emprende la difícil tarea de la atención y la búsqueda de alimento, dialogando con los terribles oficiales nazis. Como consecuencia de sus luchas, asistirá a nuevas pérdidas, padecerá el hambre y la enfermedad, sufrirá ante la incerteza de no saber el destino de sus padres y seres queridos. Es en estos momentos donde aflora con naturalidad la dimensión trascendente de la existencia, porque Hetty reza, pide a Dios ayuda por unos y por otros.
El relato se extiende poco más después de la liberación, donde la familia vuelve a reunirse gracias a la generosa acogida de sus vecinos en Ámsterdam. Cabe preguntarse si la protagonista y sus hermanos lograron sobrevivir porque les tocó un campo menos duro: es cierto que, al menos, no enviaba a los niños directamente a las cámaras de gas. Pero, en realidad, la autora también es testigo de los horrores de muerte del campo nazi. Más bien hay que decir que logró esa supervivencia porque afrontó el sufrimiento como una oportunidad de ayudar a los demás, y porque en medio del horror también hubo otras personas (guardias, médicos, etc.) que se preocuparon de los demás con la misma generosidad heroica. Una historia, pues, que vale la pena conocer y que resultará adecuada para lectores de todas las edades.
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