HISTORIA MÍNIMA DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

El profesor de historia de la Universidad de Extremadura Enrique Moradiellos (Oviedo, 1961) analiza en su ensayo La Guerra Civil española los diversos factores, ideológicos, económicos, políticos y sociales que contribuyeron a crear el clima de violencia que desencadenó el golpe de Estado militar del 18 de julio de 1936.
La obra, galardonada con el Premio Nacional de Historia 2017 y a pesar de su título, no presenta una nueva versión de las operaciones bélicas propias de los tres años de guerra (1936-39). Al contrario, se limita a ofrecer un panorama global de su impacto en las dos zonas, Republicana y Nacional, tanto desde el punto de vista de los ejércitos en lucha como desde los sectores políticos y sindicales implicados en el conflicto armado. También se ocupa de resaltar los sufrimientos de la población civil no beligerante que hubo de soportar las duras condiciones derivadas de la escasez, los bombardeos y las represalias llevadas a cabo en ambas retaguardias. Como resumen final, Moradiellos repasa con acentos de tragedia, las fatales consecuencias derivadas de la guerra para los vencidos, políticos, mandos militares y autoridades republicanas, obligados al exilio y carentes de los mínimos recursos de supervivencia. Aunque se respeta en apariencia una visión objetiva e imparcial del episodio que el autor considera el de mayor trascendencia para la historia de España en el siglo XX, el veredicto final supone una condena sin paliativos del movimiento militar y de sus dirigentes. El autor considera a la II República un régimen “reformista y moderado” que instauró la democracia en España y cayó víctima de los sectores sociales reaccionarios que se negaban a perder los privilegios de clase favorecidos por la monarquía borbónica. En su opinión, la burguesía capitalista, los terratenientes, el ejército y la Iglesia Católica, elementos considerados enemigos declarados de la República, después de conspirar contra el nuevo régimen se aliaron para destruirlo. Se trata, por tanto de una visión parcial de los acontecimientos, moderada solo en cuanto se refiere al estilo cuidado, al evitar el autor los términos excesivamente agresivos contra el bando opuesto, aunque permanezcan inalterables las múltiples acusaciones de los crímenes cometidos, sobre todo, en la zona Nacional. Se echa en falta una mayor amplitud en las alusiones a las torturas practicadas de forma sistemática en las Checas contra detenidos por su filiación derechista. Las referencias bibliográficas seleccionadas, tanto de autores españoles como extranjeros, vienen a confirmar unas posiciones débiles y discutibles, que, sin embargo, se presentan como la máxima expresión de veracidad. Por lo que se refiere al número de víctimas de la guerra, tanto en los frentes de batalla como en las represalias políticas o población civil, el autor se inclina en favor de las fuentes que señalan la mayor cantidad de personas afectadas. No obstante, no se confirma la falsa cifra del millón de muertos que señala como cierta en sus obras el poco imparcial historiador británico Paul Preston.

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