- Editorial: SUMA
- Año de edición: 2017
- Materia: Narrativa contemporánea
- ISBN: 978-84-9129-171-8
- Páginas: 376
- Encuadernación: Rústica
- Colección: < Genérica >
- Idioma: Español
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Empar Fernández, nacida en Barcelona, alterna su actividad de docencia con la escritura. Algunas de sus novelas han sido premiadas, como Horacio en la memoria, su primera novela, que obtuvo el Premio Cáceres en el año 2000; o han resultado finalistas.
Hotel Lutecia cuenta la historia De Andreu Ribera, un barcelonés republicano con delitos de sangre que al terminar la guerra civil española ha de huir a Francia. Con él va su mujer Rosa Ballester, una joven enfermera apolítica con la que ha contraído matrimonio recientemente. En París son capturados por los nazis y mientras él es internado en el campo de Dachau, ella irá al de Ravensbrück. Una vez liberado en abril de 1945 y vuelto a París, el Hotel Lutecia, convertido por la Cruz Roja en centro de información para todos aquellos deportados que buscan noticias de sus seres queridos, será el lugar al que Andreu se dirija diariamente buscando noticias de Rosa mientras trabaja en un pequeño bar regentado por una joven viuda llamada Blanche. El día que llega la terrible noticia de la muerte de Rosa, Andreu entra en un estado de desesperación que sólo el buen ánimo y la caridad de Blanche logra hacerle salir adelante. Una vez recuperado, el deseo de Andreu de irse de París, pero sin la posibilidad de un lugar al que regresar, lleva a Blanche a sugerirle ir a trabajar a la finca que su familia posee en la Provenza. Allí vive su hermana Claudine, que junto a un irreverente muchacho barcelonés y otro muy poco inteligente, pero trabajadores y leales, intenta sacar adelante las tierras en los difíciles tiempos de postguerra. Años después, ya en 1969, André, el hijo de Claudine y Andreu viajará a Barcelona para intentar averiguar algo sobre la vida de su padre y que dé razón a la suya propia.
Aunque la historia comienza despertando interés, Empar Fernández deja abiertas algunas lagunas que no logran satisfacer la curiosidad del lector. Los personajes están definidos más por sus sentimientos que por una personalidad sólida. El exceso de blasfemias en boca de uno de los personajes secundarios termina resultando artificial y completamente innecesario.
Aunque las descripciones suelen ser acertadas y el lenguaje fluido, no quedan claras las intenciones de los personajes, la segunda parte es algo forzada y deja al lector con la sensación de esperar algo más.
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