IR A LA HABANA

Padura es uno de los escritores de origen cubano más conocidos del mundo, especialmente tras su novela sobre el asesinato de Trotsky; además es conocido por sus relatos de estilo policial. Ahora entrega un texto muy personal, en el que mezcla el memorialismo, el libro de viajes, la crónica y la crítica política. No estamos ante el mejor de sus libros, pero sí en el que más directamente muestra su amor por la ciudad, el descubrimiento de las riquezas culturales de la capital cuando acude al centro desde los arrabales.
Al mismo tiempo, se trata de una narración de carácter histórico que muestra la evolución de quienes soñaron con el comunismo. Tanto Padura como sus amigos se fueron desencantando y el autor insiste en mostrar cómo la utopía quedó irrealizable, ocasionando pobreza a un pueblo que tenía ímpetu, recursos y cultura para alcanzar unas condiciones de vida mejor. Quizá lo más sobresaliente de este libro sea la manera en que Padura, un auténtico escritor, mezcla los recuerdos personales al tiempo que describe las calles, las costumbres, el estilo vital -pacífico, risueño y feliz, a pesar de las dificultades- de los cubanos.
La Habana anterior a Fidel era un lugar de lujo, atestado de americanos. Después ha ido empobreciéndose y así se refleja en los muros sucios, en cómo se cierran algunos locales, de modo que lo festivo se ha trasladado a menudo a la calle. Además, ahora es una ciudad socialista, sometida a control. En esas consideraciones que realiza, Padura aborda también las peripecias de algunos personajes inolvidables y de los lugares que más ha frecuentado.
Un homenaje muy sentido a una ciudad que ama; pero tiene un interés muy limitado: seguro que hará las delicias del seguidor del escritor cubano y de quienes buscan sentir lo que un cubano siente en su querida y casi desaparecida ciudad. Lo más resaltable es la contraposición que establece Padura entre la Cuba real y la oficial, entre lo que siente el pueblo y la desfachatez y traición del castrismo.

TROA