LA CALLE AMARILLA

Esta obra fue publicada de forma póstuma en 1990. Es un libro de relatos que vieron la luz en distintas fechas, algunos en periódicos. Pero el hilo conductor es el espacio donde suceden: en la llamada calle Amarilla, símbolo de una Viena en decadencia y a pocos años de que estalle la segunda Gran Guerra.
Por las páginas de los cinco relatos, casi independientes, que componen la novela, desfilan muchos personajes: comerciantes y tenderos, pequeños burgueses, criadas, huérfanos y, hasta jóvenes muchachas que se ven abocadas a sobrevivir de complacientes camareras… Un mundo abigarrado en el que predomina, por encima de la miseria material, la miseria moral.
Los valores literarios como la creación de ambientes, la descripción escueta y caracterizadora y un estilo ágil y atento a destacar el detalle revelador son aciertos narrativos. Además, la novela es pródiga en personajes, aunque el protagonismo corresponde al ambiente social y moral de la Viena de entreguerras. Cada relato presenta un mosaico de personajes caracterizados escuetamente tras su nombre. La autora no se interesa por su humanidad, son personajes estereotipados. Pareciera más bien que busca demostrar una tesis: el dinero envilece a los que lo poseen, porque les arrebata cualquier atisbo de humanidad; y anula a los desfavorecidos, porque se envilecen o viven miserablemente.
El tono general es de tristeza. Predomina una visión pesimista de la condición humana y una falta de sentido de la vida. Las referencias morales o éticas no aparecen y lo único que se permite la autora es ridiculizar el aspecto de los personajes egoístas, lascivos, orgullosos o vanidosos. Apenas algo de dignidad se atisba entre los débiles, presentados como víctimas de la sociedad. En ningún momento se apunta un pensamiento o consideración trascendente.

TROA