LA COFRADÍA DE LA ARMADA INVENCIBLE

Sobre la base de un hecho real, la campaña militar encomendada a la flota de guerra enviada en 1588 por Felipe II contra las islas británicas, Emilio Lara (Jaén 1968) narra en La Cofradía el episodio ficticio de una supuesta misión encargada a los miembros directivos de una cofradía procesional de la Semana Santa de Cartagena.
Presidente, secretarios y hermanos mayores, se desplazan junto a sus imágenes, al Monasterio de El Escorial donde el propio rey les encomienda un proyecto secreto de gran importancia para asegurar el éxito de la Gran Armada frente a las costas de Inglaterra. La cofradía cartagenera, acompañada de un alto representante de la Inquisición y de un capellán de la Compañía de Jesús, debería partir hacia Lisboa, donde se concentraba el grueso de la flota, embarcar en un mercante desarmado y acceder a los puertos irlandeses tras burlar la vigilancia de los guardacostas enemigos. El falso navío comercial, ocultaba en sus bodegas una nutrida compañía de soldados profesionales dispuestos a reducir por la fuerza a las guarniciones inglesas y levantar a las poblaciones rurales contra el yugo británico. La acción describe las aventuras de la expedición desde el trayecto por tierra hacia Lisboa, hasta la travesía por la aguas de un Atlántico embravecido, que ocasionó graves problemas a los viajeros antes de recalar en tierras irlandesas. Las desgracias se acumulan sobre los sufridos cofrades, dos de los cuales mueren en circunstancias extrañas, que inquietan al buen padre jesuita. Aunque no dispone de pruebas, el sacerdote sospecha que los fallecidos han sido envenenados por alguno de los integrantes del grupo, cuya identidad se propone descubrir para darle el castigo merecido. Una vez llegados a Irlanda, las victorias obtenidas por los soldados españoles en las primeras escaramuzas permiten a los oficiales reunir un pequeño ejército rebelde en el que se integran artesanos, campesinos y clérigos de la región que ven la oportunidad de recuperar las libertades arrebatadas por las autoridades inglesas. Sin embargo, el optimismo inicial se convierte en amargos presentimientos, cuando se difunden las noticias de la fracasada ofensiva de la Gran Armada. La expedición española se atrinchera en el puerto de llegada, a la espera del auxilio que solo por el mar les devolvería a España sanos y salvos. Nuevas aventuras, entre el dolor y la esperanza se abaten sobre los afligidos cofrades que, tras una larga demora, logran finalmente escapar en modestas embarcaciones tripuladas por marinos italianos. Emilio Lara describe con lenguaje sencillo y prosa cuidada tanto los acontecimientos reales, referidos a la composición y figuras militares de la Gran Armada, como los imaginarios, relativos a las peripecias vividas por la hermandad de Cartagena en el cumplimiento de las órdenes de su rey Felipe II. La doblez, cobardía y crueldad del inquisidor, aunque paliada por la nobleza y bondad del jesuita, da lugar a situaciones, unas veces ridículas y otras escabrosas, que pueden herir los sentimientos religiosos de los lectores.

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