LA CRIPTA DE INVIERNO

Novela romántica con ciertos matices ensayísticos, ambientada en los años sesenta del siglo XX, que narra la reconstrucción del templo egipcio de Abu Simbel: arrasado por la crecida de la presa de Asuán, hay que desmantelarlo bloque a bloque para construirlo en otro terreno. El ingeniero director del proyecto y su esposa, que es botánica y amante de la naturaleza, viven en una casa flotante en el Nilo. Ella se queda embarazada, pero su hija nace muerta, y tras este suceso los dos abandonan Egipto y se instalan en Toronto por separado. Él estudia arquitectura y ella, sumida en una crisis vital, conoce a un pintor polaco, quien la toma por modelo de sus cuadros y acaban enamorándose; pero al fin, rehecha interiormente, vuelve con su marido.
La autora canadiense es también poeta y ha sabido imprimir su huella en la prosa, que es densa, precisa, y está invadida de bellas y acertadas imágenes, todo con gran sobriedad y brillantez estilística. No hay frases superfluas y su lectura exige sosiego. El lenguaje es culto, exacto, elegante y estético. Se trata de una escritura esencial que refleja hondura de sentimientos, con una temática profunda y un punto de vista filosófico desde el que analiza el tiempo y los recuerdos, el arte, la devastación y la violencia, el duelo, la supervivencia o la naturaleza. Los diálogos y reflexiones son el contrapunto que establece el paralelismo con la historia de amor de unos personajes sensibles, compasivos, peculiares y con cierta angustia vital, que se interrogan continuamente. La novela roza el género ensayístico.

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