LA CRISIS EXISTENCIAL DE EUROPA

Los economistas César Molinas y Fernando Ramírez Mazarredo exponen en La crisis existencial de Europa una serie de reflexiones sobre las causas que han debilitado en los últimos meses el proceso de integración de las diversas políticas nacionales dentro de las normas directivas emanadas de los organismos centrales de la UE. Aunque los autores coinciden al atribuir el origen de la crisis a la quiebra financiera de los años 2008-2010 consideran que la persistencia de sus efectos negativos se debe otros factores de carácter psicológico y moral que han provocado la desconfianza de los ciudadanos en la validez de sus instituciones.
Sin embargo, defienden la validez de los principios y valores que hicieron posible el proyecto de la Comunidad Económica Europea (CEE) formada por los seis países firmantes del Tratado de Roma (1953) ampliada a los 28 integrados hoy en la Unión Europea(UE)tras la incorporación de las naciones del antiguo bloque comunista. Se hace necesario, sin embargo, proceder a un análisis real de los problemas de diversa índole que puede resultar un obstáculo para el futuro de la UE. Uno de ellos se refiere a la necesidad de adaptar las normativas generales a las condiciones de cada uno de los países miembros, marcadas por acusadas diferencias sociales, económicas y culturales como las que separan a Grecia y Chipre de Francia y Alemania. El objetivo de promover medidas que de forma paulatina faciliten las exigencias de arbitrar políticas comunes deberá tener en cuenta el factor tiempo ya que al lado de los países fundadores con más de medio siglo de permanencia europeísta aparecen los recién incorporados, carentes de los recursos y de la experiencia que caracterizan a las economías productivas. Para resolver los problemas actuales, tanto los derivados de los nuevos partidos populistas como de las presiones de inmigrantes y refugiados, Molinas y Martínez Mazarredo proponen medidas concretas que pasan por el refuerzo de los ideales de una Europa Unida y cohesionada capaz, al mismo tiempo de respetar las particularidades de cada estado. En su opinión y en contra de los escépticos y pesimistas que, dentro y fuera de la UE, vaticinan el fracaso del proyecto comunitario, existen razones para el optimismo al reconocer los avances logrados durante los años anteriores a la crisis. Resultan evidentes los progresos registrados como consecuencia de la moneda única, la política agraria, y la libre circulación de bienes, productos e intercambios laborales entre los países de la UE. Son todos ellos datos positivos que los autores destacan con cifras tomadas de los informes oficiales de Bruselas. La claridad del estilo y los numerosos cuadros que resumen el contenido de los temas expuestos, facilitan el conocimiento de los problemas reales al público no especializado, así como las soluciones que pueden contribuir a resolverlos.

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