LA FIGURANTE

A los cuarenta y dos años, la protagonista de La Figurante, novela publicada por A.B. Yehoshua en 2014, nacida en Israel, es la primera arpista de la Orquesta Municipal de Arnhem, en Holanda. Divorciada sin hijos, su única familia se reduce a su hermano menor, residente en Tel Aviv, y su madre que permanece en la casa familiar de Jerusalén. A punto de iniciar los ensayos para interpretar un concierto de Mozart que supone una cumbre en su carrera artística, su hermano le pide que viaje a Israel y se instale en la vivienda de su madre, para que esta no pierda su derecho a ocuparla mientras ingresa por un periodo de prueba de tres meses, en una residencia geriátrica. A pesar de los perjuicios profesionales que le ocasiona dejar la orquesta durante ese tiempo, accede a la petición y vuela hasta su ciudad natal.
La obra narra los pormenores de la estancia de la protagonista en Jerusalén. Para no aburrirse y ganar algún dinero, su hermano le facilita la posibilidad de intervenir como figurante en el rodaje de algunas películas. De este modo, al tratar con los vecinos de su madre, judíos ortodoxos, y con algunos otros figurantes, vuelve a tomar contacto con la sociedad israelí, después de varios años de alejamiento. A punto de volverse a Holanda, el encuentro con su exmarido que se divorció por su negativa a tener hijos pero que, ya casado de nuevo y padre de dos niños, sigue enamorado de ella, cierra este regreso a una etapa de su vida ya finalizada pero no plenamente asumida hasta ese momento. El retorno a su país supone para la protagonista la entrada en la madurez personal y la toma de postura ante el futuro, adoptada de forma independiente, sin tener en cuenta la voluntad de quienes están a su alrededor con cariño pero también con cierto exceso de exigencias afectivas. La acción ágil y variada, refleja de modo realista las características de la sociedad israelí actual, su compleja composición de inmigrantes de diversos ámbitos culturales y su permanente estado de alerta militar. La técnica narrativa, el perfil de los personajes y la ambientación están en armonía con la intención del autor de contrastar los dos mundos en que vive la arpista sin decidir integrase en uno de ellos. El contenido, en cambio, queda poco definido, por la reducida duración de la trama y la falta de profundización en los problemas que en ella se plantean. La arpista no siente reparos morales por su esporádica relación con el primer flautista de su orquesta ni por haber abortado de su exmarido por miedo a morir de parto, decisiones que considera exclusivamente personales y ajenas a valoraciones objetivas.

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