LA GRAN NOVELA AMERICANA

Philip Roth dedica La gran novela americana al béisbol, el deporte más popular en Estados Unidos. La acción se sitúa en el período de la IIª Guerra Mundial, cuando los jóvenes norteamericanos fueron llamados a filas para combatir en Europa y Japón, motivo por el cual, los equipos mantenían en plantilla jugadores veteranos, entre los treinta y los cuarenta años para continuar con los habituales partidos de liga. En especial, el autor se centra en describir las actividades de los equipos que participaban en la llamada Liga Patriota que según indica, desapareció tras el fin de la guerra. Los dueños y los entrenadores de los clubs aparecen caricaturizados, así como sus jugadores y seguidores. Philip Roth arremete contra el mundillo del béisbol profesional, bajo la excusa de que se trata de una liga ya desaparecida, pero en realidad sus críticas son fácilmente aplicables a cualquier deporte de los siglos XX/XXI que suscite un seguimiento masivo. La irrupción de la radio y la televisión, hicieron, a su juicio, que, tanto la actitud de los implicados en el juego como de los hinchas, se extremara, eliminando por completo el espíritu deportivo, sustituido por intereses económicos y políticos que en realidad determinan los resultados de las competiciones. Todos los intervinientes, desde los jugadores a los entrenadores, árbitros y propietarios de los clubs, se muestran dispuestos a hacer cualquier cosa para amañar el juego. De modo tangencial al tema de la novela, los avatares de la liga de béisbol, Philip Roth aborda el problema de la segregación racial de los negros y la forma de discriminación, más o menos disimulada, de otros grupos étnicos tales como los judíos. La ausencia de cualquier referente moral, se manifiesta en las escenas de los jugadores acudiendo a casas de prostitución, lo que se considera parte de su normal actividad, así como el adulterio de la mujer del dueño de uno de los equipos con los deportistas que le resultaban más atractivos. Philip Roth (New Jersey, USA, 1933) recibió el premio Pulitzer con “Pastoral Americana” en 1998 y el Príncipe de Asturias en 2012.

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