LA HERMANA PERLA

La Hermana perla, cuarta novela de la serie de Lucinda Riley titulada Las Siete Hermanas, está protagonizada por Celeno, familiarmente llamada CeCe, cuarta de las hijas adoptivas de un millonario suizo fallecido pocos meses antes del comienzo de la acción. A través de su abogado dejó a la protagonista ciertas referencias que, si así lo deseaba, le permitirían hacer averiguaciones sobre su familia biológica. CeCe que vivía en Londres con su hermana Star, cuando ésta entabla una relación amorosa que la aleja de su compañía, decide seguir las pistas que se le ofrecen para aclarar sus orígenes y se traslada, a finales de 2007, a Australia, donde al parecer tuvo lugar su adopción. La obra se centra en esta búsqueda y en la progresiva adaptación de la joven a su tierra de origen.
CeCe narra en primera persona el desarrollo de la búsqueda de sus posibles familiares, siguiendo los escasos indicios disponibles y apoyándose en un libro que contiene la biografía de Kitty McBride la hija de un reverendo escocés que, en 1906, viajó a Australia como dama de compañía de una adinerada feligresa de su padre. En este país contrae un ventajoso matrimonio de modo que, al quedar viuda hereda los negocios del marido y se convierte en una de las más ricas propietarias de la nación. En capítulos entrecruzados la autora describe episodios de la vida de estas dos mujeres que han seguido trayectorias muy diferentes para coincidir en su amor las tierras australianas. Mientras Kitty logró, en el pasado, ser una gran empresaria, CeCe recupera en el presente su capacidad creativa como artista pintora, gracias a que tanto una como otra se sintieron acogidas e integradas en la sociedad del continente austral. La forma en que las historias de las dos mujeres llegan a estar vinculadas a lo largo de sucesos acaecidos durante todo el siglo XX, está basada en una combinación de elementos amorosos y de intriga que resulta bien conseguida en lo que atañe a mantener la atención del lector. Descripciones ambientales expresivas, continuos cambios de tiempo y lugar y una nutrida cantidad de personajes secundarios, prestan notable dinamismo y agilidad al encadenamiento de las situaciones. Cierta reiteración en el uso de recursos narrativos poco originales, un estilo coloquial, ajeno a pretensiones estéticas, el empleo de tópicos en el trazado de los personajes y un excesivo alargamiento de los diálogos, revelan por parte de la autora mayor interés comercial que creativo. Los complicados avatares amorosos de Kitty y de su hijo y las esporádicas aventuras de Cece denotan, sin entrar en detalles, una moralidad permisiva, aunque se procure guardar las apariencias sobre todo en el caso de la primera.

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