LA MELODÍA DE LA OSCURIDAD

Daniel Fopiani (Cádiz, 1990) es militar y escritor, columnista en varios periódicos y director de la Revista Cultural RSC, con diversos premios en su trayectoria narrativa regresa con un original thriller titulado La melodía de la oscuridad.
La acción que tiene lugar en abril de 2016 en Cádiz se inicia cuando en el Museo de la ciudad, junto a la estatua de Hércules Farnesio, aparece el cadáver de un vigilante salvajemente torturado al que le han arrancado la piel. Román, Jefe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, se encuentra ante un extraño caso del que no hay ninguna huella, motivo que le lleva a pedir ayuda a Adriano, un sargento jubilado que perdió la vista en un atentado en San Sebastián, suceso que truncó su carrera y su vida, convirtiéndole en un hombre más bien hosco, que vive con su esposa y va siempre acompañado de un perro guía.
Adriano le sugiere a Román que quizá se trata de un asesino que quiera emular los Trabajos de Hércules en señal de venganza. Una teoría que se confirma con un segundo asesinato, en el que el criminal ejecuta a su modo el segundo trabajo de Hércules: Matar a la Hidra de Lerna. Adriano intenta no involucrarse demasiado en la investigación ya que su mujer, Patricia, teme por su integridad física, pero Román acude a él por su sagacidad y es inevitable que aparezca en los medios de comunicación, por lo que su vida comienza a correr peligro. Patricia desfoga su angustia en el refugio amoroso de un colega e incluso intenta suicidarse, a pesar de que quiere a su marido y es consciente de su traición.
Fopiani sustenta su trama en la construcción de un sólido protagonista, el emblemático personaje de Adriano acompañado de su perro que quizá se podría haber desarrollado más ampliamente. En menos de trescientas páginas, con trepidante ritmo, prosa sobria, la jerga malsonante propia del género y alguna secuencia de cruda violencia ofrece una interesante novela negra en la que un ciego es la clave de la resolución. Aunque desde el primer momento se conoce la identidad del asesino, la historia, bien enmarcada en la milenaria ciudad de Cádiz, no pierde un ápice de tensión.

Reyes Cáceres