LA MUSA

Después del éxito obtenido con su primera novela, “La Casa de las Miniaturas”, Jessie Burton publica “La Musa”, un relato de intriga cuya trama se desarrolla alternativamente en dos épocas y dos lugares diferentes. Un plano narrativo, ambientado en las afueras de Málaga a lo largo de 1936, trata de la vida de la familia de un marchante de arte judío de nacionalidad austríaca, casado con una inglesa, que se refugia en España del antisemitismo reinante en Centroeuropa. El matrimonio y su hija, pintora aficionada, se instalan en una finca rural y presencian la agitación social que precede al estallido de la guerra civil y el desarrollo de la misma. El otro plano, fechado en 1967 y ambientado en Londres, enlaza con el anterior por la subasta de un cuadro atribuido a un pintor malagueño, muerto durante la guerra, que se relacionó con la familia del marchante y llegó a vender por mediación de éste un cuadro a la famosa coleccionista Peggy Guggenheim.
La acción se centra en cuatro mujeres muy diferentes entre sí: la hermana del pintor, que trabaja como empleada doméstica del marchante; la mujer y la hija de este; y la secretaria de la casa de subastas donde se va a ofertar el cuadro cuya aparición da lugar al comienzo del desarrollo argumental. La autora ha afrontado una difícil tarea narrativa al combinar diversos escenarios y personajes y hacer referencia a sucesos históricos complejos que no quedan bien reflejados por falta de suficiente base documental. La reconstrucción de época que ofrece sobre la España de 1936 incurre en abundantes tópicos sociopolíticos y se apoya en unos personajes de rasgos estereotipados. Su forma de actuar, poco convincente da lugar a situaciones artificiales, inclinadas hacia el melodrama que se justifican como lógica consecuencia del temperamento apasionado y vehemente atribuido a los andaluces. Las secuencias situadas en Londres, que encierran una mayor tensión de intriga, tampoco pasan de ofrecer una sucesión de episodios que recuerdan más a los capítulos de una serie televisiva que a una novela elaborada de forma sólida y consistente. La historia de los cuadros, el que se subasta y alguno más, atribuidos a quien los firmó por voluntad de quien los pintó realmente, resulta un tanto inverosímil y no llega a despertar auténtico interés. Escrita con estilo poco elaborado, la obra se aproxima bastante al género de la narrativa comercial destinada a entretener a un público no muy exigente en cuanto a calidad literaria, por medio de recursos novelísticos convencionales. La acusada importancia que cobran en el curso de los acontecimientos las relaciones amorosas de los personajes, tanto los más destacados como los secundarios, demuestra que la autora identifica como amor los encuentros de carácter pasional, poco duraderos, limitados a la mera atracción sexual y ajenos a sentimientos afectivos.

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