LA PALABRA AMBIGUA

Jiménez Torres ha escrito este libro con la mirada del historiador que es consciente del tiempo que le ha tocado vivir. Por eso, su misión es la de rastrear lo que en España se ha entendido, básicamente en el último siglo, por intelectual. Lo hace también acuciado por el problema de la formación pública de la voluntad ciudadana, pero sabiendo que en nuestro país la palabra tiene connotaciones guerracivilistas. Al hilo de la problemática de definición, Jiménez Torres entiende que el término está atravesado por la ambigüedad. Así lo explica en una parte de su ensayo “En lo tocante a los registros oficiales, el intelectual no existe. Es una categoría que discurre completamente al margen de la organización institucional y de mercado laboral. Y las definiciones que destacan su naturaleza cualitativa se hunden, igualmente, en la ambigüedad. Cuando se dice, por ejemplo, que el intelectual es alguien que interviene en la política, esto solo anima a preguntar: ¿qué es y qué no es «intervenir en la política»?”
Al ser un libro de historia intelectual, el ensayo tiene muchas dimensiones. Una es la que explicita el papel del intelectual en la política, que tradicionalmente le ha servido de trampolín; otra, la que tiene que ver con su integridad, con su imparcialidad. Además, al ser un término ambiguo, Jiménez Torres se pregunta si se confiere el título a alguien o si uno se lo autoadjudica. En realidad, el libro, con numerosas citas, culto y bien escrito, resulta más sugerente que concluyente. Por jugar con la tesis del autor, digamos que tampoco clarifica del todo esa ambigüedad de la que acusa a la palabra intelectual.
Dos consideraciones que ponen en valor el libro: en primer lugar, estamos ante un libro de actualidad. Y entiéndase bien: quizá Jiménez Torres está pensando en la diferencia entre el intelectual y el opinador. Habría sido interesante que abundara más en la situación en que queda el intelectual en un entorno de redes sociales e influencers. Por otro lado, el libro es una suerte de ensayo acerca de la traición de los intelectuales en la historia de España, de su responsabilidad en el devenir político y cultural. Y esta dimensión, que en Francia está a la orden del día, aquí faltaba. Por eso, el libro llena una laguna importante en nuestros estudios historiográficos.

TROA