LA PARTE ESCONDIDA DEL ICEBERG

La nueva novela de Màxim Huerta, La parte escondida del iceberg, se desarrolla en París y trata cuestiones como el amor perdido, la capacidad de olvidar o la superación del dolor. Max es un escritor que deambula por cafés y rincones emblemáticos parisinos donde estuvo con su amada en 2007, intentando hallar el rastro de momentos felices que ahora son tristes y con la esperanza de encontrarla pues intuye que no está lejos de allí. Él recorre las calles con su portátil y comienza a escribir una obra sobre Pinocho pero el recuerdo amoroso se inmiscuye en la narración y acaba transformando el relato. Su caminar físico se identifica con un trayecto interior, siempre con la contemplación de una ciudad teñida de nostalgia. A partir de la historia real de Jill Price, una mujer con gran memoria, Max evoca a los personajes que amaron París, especialmente a Hemingway y Enrique Vila-Matas, referenciales para Huerta, quien también incluye numerosas citas y conversaciones con otros escritores famosos. En paralelo, alude a vivencias familiares de su niñez en un pueblo valenciano e intenta refugiarse sin éxito en un nuevo amor. Un final sorprendente y nada convencional cierra estas páginas.
La trama navega entre el sufrimiento por el desengaño amoroso, una reflexión acerca del fracaso y cierto carácter de libro de viajes ya que el autor inserta numerosas alusiones a lugares con encanto, quizá a veces excesivos, ya que París no es un simple escenario sino un tema nuclear, como un personaje más que acompaña al protagonista en su tarea de construir una auto ficción que es su propia trayectoria. El conjunto es un original e íntimo ejercicio literario, escrito con estilo impresionista a través de una prosa agradable y tono evocador que resulta muy intenso por la fuerte carga sentimental que el autor imprime al contenido, escaso en peso y contenido argumental, pero con un tratamiento elegante.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa