LA PRINCESA QUE CREÍA EN LOS CUENTOS DE HADAS

La obra, planteada como una novela fantástica con apariencia argumental de cuento de hadas, encierra una alegoría acerca del proceso de madurez de los seres humanos visto desde la perspectiva de la vida matrimonial. La protagonista, casada con el príncipe de sus sueños, se angustia al ver que éste, con el paso del tiempo, deja de ser el marido ideal, para mostrar fallos y debilidades propios de personas comunes.
Se trata de un manual de autoayuda que expresa, a modo de fábula, la evolución interior que es necesario realizar para aprender a distinguir ilusión de realidad, como requisito indispensable para acceder a la edad adulta con responsabilidad. Este propósito es en principio loable y útil, pero la forma novelesca de llevarlo a cabo quizá le lleva a incurrir en el infantilismo que, paradójicamente, se pretende evitar. Algunos consejos sensatos y prácticos quedan envueltos en cierto sentimentalismo poético que resta claridad y eficacia a su formulación sin que, por otra parte, esté justificado por motivaciones literarias

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