LA SERPIENTE DE ESSEX

Sarah Perry (Chelmsford, 1979) se inspira, en su segunda novela publicada, en una antigua leyenda del condado inglés de Essex, donde nació. La serpiente de Essex alude a un animal con apariencia de serpiente alada que se consideraba como un resto de la fauna de hace cientos de miles de años. Su aparición en las orillas del mar se creía anuncio tanto de un castigo por alguna mala acción colectiva como aviso de un peligro inminente. La acción, ambientada en la década de 1890, comienza en Londres con la muerte de un funcionario de la Corona, de cierta relevancia política. Su viuda, carente de obligaciones que la retengan en la capital, decide trasladarse con su hijo, de once años, y una acompañante a una población imaginaria de la zona costera de Essex, en el Canal de la Mancha, dispuesta a seguir la reciente moda social de recolectar fósiles marinos. La acción narra su vida en este lugar, las relaciones que mantiene con la familia del rector de la localidad y la información que recibe sobre los sucesos que atemorizan a los habitantes del pueblo debido a los rumores surgidos en torno a la mítica criatura que ha sido avistada recientemente y ha ocasionado ya varias muertes violentas ocurridas a partir de entonces.
La trama incorpora elementos argumentales dispares que van desde los episodios de intriga y misterio a las referencias políticas y sociales acerca de las malas condiciones de las viviendas de las clases económicamente débiles de la época victoriana. Entre estos extremos se sitúan, además, alusiones al interés que, a finales del siglo XIX, despertó en Inglaterra el inicio de los estudios de Paleontología así como los conflictos entre fe, razón y ciencia que los avances científicos de la época suscitaron. La atracción que surge entre la viuda y el rector, casado con una mujer enferma y padre de tres hijos, constituye el trasfondo sentimental que sirve para amalgamar y dar unidad a toda esta compleja temática. La obra, muy extensa, se concibe como una novela ideológica que, en los aspectos formales, responde a los esquemas propios del llamado género gótico. La autora maneja con habilidad ambientes y personajes interesantes, principales o secundarios, y consigue atraer la atención del lector por la variedad de enfoques narrativos que se entrecruzan a lo largo de sus páginas escritas con estilo ameno. Los capítulos, relativamente breves, forman cada uno de ellos una escena que se resuelve en sí misma para transmitir el hechizo turbulento de la oscuridad que reina en un pueblo que se siente amenazado por un peligro siniestro y permanece envuelto en nieblas invernales que difuminan y confunden los perfiles de objetos y personas. El gris es el color dominante en una historia cuyo contenido se centra en el peso de la culpa, simbolizada en la serpiente, la superstición de los campesinos y las dudas religiosas, morales y científicas de los protagonistas. Estos últimos se muestran influidos por una modernidad que en unos es superficial, en otros suscita reacciones rigoristas y en el resto, actitudes de carácter positivista en materia científica y permisivo en el terreno de la moral.

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