LA SONRISA DE LOS PECES DE PIEDRA

La sonrisa de los peces de piedra es la última novela de Rosa Huertas, autora prolífica de literatura para jóvenes, con la que ha obtenido el Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil. Jaime, un chico de 17 años, acompaña a su madre al Cementerio de San Isidro para visitar la tumba de su abuelo recientemente fallecido. En el camino ella se para ante otra lápida y no puede contener las lágrimas. El comportamiento de su madre y el hecho de que la tumba esté llena de cáscaras de pipas desconciertan a Jaime hasta el punto de que se decide a investigar quién es ese tal Santiago Muñoz Gallardo cuyo nombre figura tallado en la piedra. Jaime conocerá a la hija de Santiago, una chica un poco más joven que él, que visita a diario la tumba de su padre porque no termina de aceptar su muerte. Mientras tanto, la madre de Jaime escribe en un cuaderno lo que no se atreve a decir a su hijo con palabras. Cuando ella era joven vivió de lleno el auge y declive de la “movida” madrileña junto con dos buenos amigos antes de decidirse a ser madre soltera. Uno de esos grandes amigos era Santiago, lo que hace a Jaime sospechar que este puede ser su padre y deduce que Ángela podría ser su hermana. La novela intercala las aventuras de la madre de Jaime y sus amigos con las conversaciones que mantienen Jaime y Ángela tratando de revivir la memoria de Santiago, unos recuerdos que Jaime conoce por su madre pero de los que Ángela carece. No ser sincero con Ángela le puede costar su incipiente y cada vez más estrecha amistad.
Rosa Huertas describe con nostalgia a través de las notas de la madre de Jaime la época de la “movida” pero sin ahorrar gravedad a los excesos por los que se caracterizaron aquellos años, especialmente en lo relativo al alcohol y a las drogas. A través de las principales canciones de la edad de oro del pop español con “La chica de ayer” de Nacha Pop como principal estandarte y los principales locales de copas y conciertos (La Vía Láctea, El Penta o Rock-ola) la autora traza el itinerario de la juventud de una generación de la que formaba parte la madre del protagonista de este libro en un momento histórico para la sociedad española en el que parecía valer todo. Aunque fue una época de extravagancias y de ausencia de límites, Rosa Huertas trata los distintos temas con bastante suavidad sin cebarse en ellos y centrándose más en destacar la delicadeza humana con la que se tratan los protagonistas de una y otra época, algo que por poco habitual es de agradecer. Además, la búsqueda de la identidad personal se pone de relieve a través de los personajes. La madre desea cerrar el círculo contándole la verdad a su hijo, él necesita saber quién era en realidad su padre (hasta ese momento creía haber sido concebido mediante una inseminación artificial) y Ángela quiere creer que su padre era alguien más que un simple fotógrafo. La calidad del estilo es apreciable y se lee fácilmente gracias a una cuidada edición en la que se intercalan algunos dibujos que definen muy bien la atmósfera de los años ochenta en Madrid.

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