LADYDI

A través de los ojos de una niña a la que llamaron Ladydi, se narra la dura situación en la que vive Guerrero, una zona de Méjico, cercana a Acapulco. Dividida por una carretera, pierde sus antiguos medios de vida, sus hombres que se ven obligados a emigrar para buscar trabajo, no suelen regresar. Es un territorio visitado de manera frecuente por los narcotraficantes que se llevan a las niñas para venderlas. A pesar de la dureza, es el hogar de Ladydi, ahí vive con su madre, va a la escuela y tiene su grupo de amigas. La inocencia de sus ojos nos presenta como normal lo trágico y le lleva a ver lo bueno de cada persona y situación. La protagonista, que habla en primera persona, no pierde su bondad a lo largo del relato y a lo largo de las diversas circunstancias por las que atraviesa. Es sobresaliente la personalidad de su madre: su cultura televisiva es la causa del nombre de la niña, y sus ocurrencias para sobrellevar la dureza de la vida dan un toque de humor.
La autora hace un homenaje a los valores presentes en tantos personajes marginales a los ojos convencionales. Lo hace con un gran dominio de la narración, que se mantiene entre lo trágico y lo cómico. El contraste entre el paisaje de la región y el cercano Acapulco tiene también su protagonismo. Los ojos de la narradora ven lo bueno, aunque por su ignorancia no llega a juzgar adecuadamente todas las situaciones.

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