LAS ANTIPARRAS DEL POETA BURLÓN

Un afamado poeta contemporáneo contesta a un joven periodista que le pregunta cuáles fueron "los momentos inaugurales" de su vida como escritor, contándole cómo siendo niño su padre le introduce en el conocimiento de los versos satíricos de Quevedo, que le inspiran una veta satírica también, de la que surgen poemas en los que se burla de profesores y compañeros del colegio, que firma con pseudónimo. A la vez que éstos se van haciendo populares su tono se vuelve más agudo y ácido, lo que enrarece el ambiente escolar.Algunas sospechas apuntan hacia su autoría, que niega, hasta que su mejor amigo encuentra originales autógrafos, ante lo que no tiene más remedio que confesar y pedir perdón.
La obra está pensada para dar a conocer a los adolescentes lo mejor de las sátiras quevedescas, objetivo que, en principio, queda bien logrado. También critica la actitud del protagonista por su falta de respeto hacia sus profesores y la crueldad con que ponía en evidencia a los alumnos de su clase más torpes o que tenían alguna minusvalía física. Sin embargo, junto a estos dos aciertos educativos aparece al final un comentario injusto y desafortunado por su falta de perspectiva histórica acerca de un soneto de Quevedo en el que echa en cara a Góngora su origen judío. Afirma que a los nazis "este soneto les hubiera gustado" e insinúa que, si no fuera por su prestigio, acaso las sátiras de Quevedo hubieran llevado a Góngora a ser víctima de la Inquisición, cosa que se deja entrever gratuitamente que era lo que pretendían.

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