LAS CÁRCELES QUE ELEGIMOS

Premio Nobel de Literatura en 2007, la literatura y los ensayos de Doris Lessing (1919-20013) están marcados por su experiencia vital: nació en Irán, vivió años en Zimbabue y en 1949 se trasladó a Londres, donde comenzó su carrera literaria. A sus novelas, de manera especial El cuaderno dorado (1962), su obra más conocida y difundida, hay que sumar sus libros biográficos y libros de ensayo.
No hay en Lessing, ni en este libro ni en otros, un pensamiento analítico ni redondo. Las conferencias inéditas reunidas en este volumen abordan diferentes temas, sin que se pueda afirmar que Lessing pertenece a una ideología concreta. Sobresale su sentido crítico contra algunas ideas imperantes y también destacan sus intuiciones sobre cuestiones de calado de la actualidad. Lessing es una mujer independiente, lo que la ha creado algún problema con algunos colectivos (como el feminismo). De joven militó en el Partido Comunista, y aunque lo abandonó pronto, llegó a conocer bien su funcionamiento y su lenguaje, que crítica en una de estas conferencias y en la que afirma que aunque el comunismo como ideología total ha desaparecido quedan muchos sucedáneos y restos en el mundo de la política, en la universidad y en el lenguaje.
En general, rechaza las soluciones globales, los totalitarismos (antiguos y modernos) y, en general, aquellos que quieren imponer su opinión bien mediante la persuasión o empleando técnicas de marketing de control de las masas. En este sentido, su rechazo del cristianismo como solución y alternativa es total, siendo muy dura en algunas de sus apreciaciones. Pero el mismo tono y la misma contundencia emplea con sistemas políticos, grupos de presión y, en general, todos aquellos que quieran hacer valer su opinión de manera pública y absoluta.
Esta actitud provoca cierta ligereza en sus juicios, que se sostienen solo en sus apreciaciones, sin que aporte ni ideas ni estudios ni datos ni observaciones de gran calado intelectual. Sus observaciones son en ocasiones muy superficiales, que se presentan con cierta solidez solamente por la categoría intelectual y literaria de la autora. Tienen más interés aquellos comentarios que parten de su experiencia personal en África ni en Inglaterra. Su visión del mundo es cínica y del hombre desoladora. A pesar de todo, transmite valentía en sus ensayos, donde critica una serie de comportamientos que, con las técnicas modernas de comunicación, pueden poner en peligro la libertad del ser humano.

Adolfo Torrecilla