LAS EFÍMERAS

Pilar Adón es autora de libros de relatos, poemarios y dos novelas, obras todas ellas en las que ha podido demostrar un talento varias veces reconocido. Las efímeras es su segunda novela publicada por primera vez en 2015 y que ahora vuelve a presentar Galaxia Gutenberg en su segunda edición.
Dora y Violeta Oliver viven a las afueras de una comunidad en un escenario plano, aislado y fácilmente inundable, con la única compañía de su jauría de perros. Con una relación ambigua e inquietante, las dos hermanas se mantienen juntas por un deseo desmesurado de Dora de proteger a Violeta y que la lleva al límite del paroxismo. No necesitan de los demás, a quienes muestran su indiferencia y retraimiento, o al menos eso es lo que piensa Dora.
El eje de esa comunidad de ambiente controlado e inofensivo, de estructura perfecta, lo forma La Ruche, en su origen un orfanato fundado en las inmediaciones del pueblo El Salmo por un matrimonio llegado de París varias generaciones atrás y que ahora administra su nieta Anita. La equidad y la igualdad sin mando se han convertido en una forma metódica de gobierno y de aburrimiento en un entorno dominado por la vegetación, donde plantas y personas conviven casi en una simbiosis perfecta y donde la lluvia es una presencia constante. Todo podría haber seguido así si en la vida de Violeta no hubiera aparecido Denis y si a La Ruche no hubiese llegado Tom.
Las efímeras adentra al lector en un paisaje tan denso que resulta opresivo. De gran intensidad desde la primera página, la autora se recrea en un estilo literario puro, en un escenario metafórico. Los breves diálogos, las descripciones precisas, minuciosas, los personajes perfectamente individualizados con una psicología compleja e imprevisible y el ritmo lento de las actuaciones consiguen dar una ambientación perturbadora a toda la trama.
Pilar Adón escribe una novela cargada de dramatismo en la que se cuenta mucho más de lo que se dice. Con habilidad, con ligeras pinceladas, casi pasando de puntillas, es capaz de transmitir angustia a través de unas relaciones amorosas insinuadas, exclusivamente corporales, y siempre impregnadas de dominación y dependencia.

Encarnita Herraiz