LAS ÚLTIMAS PALABRAS

La novela titulada Las últimas palabras sitúa al Archiduque Luis Salvador de Austria (del linaje de los Habsburgo) en el lecho de muerte dictando sus memorias a su secretario en tono de confesión, en el Castillo de Brandys (Chequia). El archiduque había llegado a Mallorca cuando tenía veinte años muy intrigado por su exotismo y porque quería estudiar los escarabajos mallorquines e ibicencos. Llegó a ser un enamorado de la isla y estableció allí su pequeño y paradisiaco reino. Primo del emperador Francisco José y de la Emperatriz Elisabeth (Sissi) realizó diversos servicios transmitiendo informaciones confidenciales que interesaban a la Corte de Viena. Su talante bohemio disimulaba su tarea de espionaje que alternaba con frecuentes viajes por muchos países del mundo. Carmen Riera ofrece un retrato de la época muy interesante y de gran trascendencia histórica. Él se lamenta en un momento dado de que no tiene tiempo para llegar a Viena donde se preparaba el atentado de Sarajevo que fue el asesinato del sobrino del Emperador. También detalla la tragedia de Mayerling, el suicidio de Rodolfo, hijo del Emperador y de su amante María Vetsera y desvela que duda de la versión oficial de la Corte de Viena y piensa que los móviles podían haber sido otros a causa de la mala relación que existía entre padre e hijo por motivos de Estado. La autora presenta al Archiduque como un brillante intelectual de la época, naturalista, etnólogo y antropólogo. Lo describe como un hombre libre que tuvo la suerte de poder vivir según sus deseos y relacionarse con gente interesante sin distinción de clases sociales pero a la vez con una existencia triste y turbada. En sus memorias explica que tuvo experiencias sentimentales con amantes de ambos sexos y que llevó una vida desenfrenada de pasión sexual, seguramente para ocultar su humillante impotencia. Contrasta su humanidad para ayudar a los necesitados con sus miserias instintivas que le hicieron perder el norte de forma que necesitaba recordar a su madre y las oraciones que le enseñó de niño para suavizar la amargura de esos momentos. Las relaciones amorosas de las campesinas se muestran en tono más poético que sensual y no resultan desagradables. Sin embargo resulta chocante el relato de un joven que intenta ocultar unos hechos groseros y crudos en el marco de una belleza y mitología clásica, presentándolo con un marcado naturalismo para justificar una conducta perversa. En sus últimas horas el archiduque aludió a la necesidad de llamar a un sacerdote para pedir perdón a Dios. Muy bien escrita, la obra ha obtenido el premio BBVA y el Sant Joan de novela catalana 2016.

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