LEONOR DE AQUITANIA

Mucho se ha escrito sobre Leonor de Aquitania. Entre otras obras, la biografía bien documentada y magníficamente escrita por la historiadora Regine Pernoud. O la también rigurosa y quizá excesivamente cargada de datos del medievalista Jean Fiori (ambas con reseña en Troa).
Distinta es la obra de Clara Dupont-Monod, en la que toma la palabra un hijo de Leonor “En los ojos de mi madre veo cosas que me devastan. Veo inmensas conquistas, armaduras y casas vacías. Alberga una rabia que me condena y me fuerza a ser mejor”. La autora, sobre una base histórica que respeta –no en balde es historiadora- redacta un relato vivo, cálido e intimista, en el que uno de los hijos varones de Leonor vierte la vida de su madre. Ese hijo que pasando el tiempo será llamado Ricardo Corazón de León.
La vida de Leonor (1122-1204) es de por si novelesca. Duquesa de Aquitania desde la muerte de su padre, muy joven será reina de Francia por su matrimonio con Luis, el rey francés. Un matrimonio que no llegó a complacerla, del que no tuvo descendencia y que a petición suya la Iglesia declaró nulo por un motivo de parentesco. La viva y bien pergeñada biografía de Clara Dupont-Monod hace ver a través de las palabras de su hijo una Leonor bella, altanera y ávida de poder, que pronto contrae un nuevo matrimonio. En este caso con el fiero Enrique II, un Plantagenet que la hará reina de Inglaterra. Pero Enrique no le va a ceder ni un ápice de poder. No se lo concede en Inglaterra e intentará desbancarla en lo que es de Leonor por herencia, Aquitania.
Leonor no es mujer que se deje avasallar y no duda en enemistar a los hijos con su padre, en una rebelión que también se aborda en el libro. Ricardo, el relator, describe todo esto y continúa recogiendo la larga vida de su madre que abarca casi por completo el siglo XII, con guerras y momentos de paz, estrategias y pactos, y con unas cruzadas que desangras los reinos europeos y en las que también participan Leonor y el propio Ricardo.
Escrita con prosa expresiva y a veces intimista, párrafos breves y un estilo ágil y sencillo, la autora presenta una novela de lectura grata. En su nota final explica que no es un libro de historia, y que en ocasiones se ha tomado algunas libertades, pero que “sería un error oponer la mecánica de la novela a la del historiador, pues no están enfrentados, sino que se complementan”.

Carmen Juste