Una sola frase que dura cincuenta y ocho páginas. Un hombre narra cómo a un joven que entra en un supermercado y se toma una cerveza junto a la estantería, se le acercan los seguratas y le propinan una paliza con la que le matan. El hombre cuenta el hecho y sus impresiones al hermano del muerto: ¿se puede matar por algo tan tonto como robar una lata de cerveza? Y parece que el grupo de los seguratas, a pesar de ir a juicio, no recibirán su merecido.
El autor se hace preguntas y con ese ritmo acuciante y febril de una frase que no da descanso y enlaza unos temas con otros, nos plantea el tema moral: cómo unos tipos de seguridad se crecen ante un tipo vulgar y tranquilo y descargan su violencia sin motivo, sin que medie provocación alguna, injustamente. El estilo reproduce el lenguaje oral para evitar un tono de discurso o moralizante. Narra con cierta objetividad los golpes, la crueldad y se pregunta por lo que podría haber ocurrido si hubieran parado. Nos deja muchas preguntas en la mente y quizá eso busque esta peculiar narración: que el lector la continúe a su modo.
© Reseñas bibliográficas Fundación Troa
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