LOS AMORES DE UN BIBLIÓMANO

Un septuagenario, amante de los libros desde la niñez, evoca en primera persona, en estas memorias imaginarias, distintos aspectos de su pasión por ellos, en la que, iniciado por su abuela, perseveró durante toda su vida.
Ficción narrativa y ensayo se funden aquí para ofrecer un sentido homenaje al libro, cuyo narrador es ficticio pero lo que narra está plenamente conectado con la realidad del mundo de la bibliofilia, irónicamente calificada por el autor como bibliomanía. Gravemente afectado él mismo por este síndrome, el norteamericano Eugene Field (1850-1895) describe cada una de sus manifestaciones con la profundidad de un experto y un suave y tierno sentido del humor que trasluce su satisfacción por padecerlas. El lujo de leer en la cama, el placer de las ilustraciones añadidas o el perfume que exhala un armario lleno de libros, se combinan con glosas de autores y géneros que incitan al lector a descubrirlos, si no lo ha hecho antes. La mayoría de nombres y títulos se refieren a literatura inglesa y americana, pero también hay abundantes alusiones a los clásicos de Roma y de otros países. Además de elogiar al lector y al escritor, se menciona a libreros e impresores en términos de admiración, salpicada de bromas sobre famosos errores de imprenta o ciertos altercados entre escritores y mercaderes de libros. Periodista y poeta, el autor escribe con estilo fluido, de factura clásica pero de una amenidad que conserva plena vigencia, evita cualquier riesgo de sobrecarga erudita e intercala poemas que dan variedad al contenido y subrayan las ideas centrales que expresa. El último capítulo, donde ensalza a los monjes medievales por conservar y copiar el patrimonio cultural de la Antigüedad, fue escrito el día antes de su prematura muerte, según explica en el postfacio su hermano Roswell, por lo que la historia del protagonista y narrador quedó inacabada.

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