LOS ESCARABAJOS VUELAN AL ATARDECER

Jonás, el protagonista de esta novela de misterio, recibe el día en que cumple trece años como regalo una grabadora que se dispone estrenar inmediatamente. Aprovechando que es tiempo de vacaciones de verano, él, su hermana de quince años y un amigo de ambos de dieciséis, se ocupan de regar las plantas de una vecina que se ha ido de viaje. Con este motivo entran en la casa, una gran mansión, muy antigua y un tanto deteriorada que tiene una fama algo siniestra en todo el pueblo. Mientras permanecen en su interior comienzan a notar extrañas sensaciones y la grabadora de Jonás capta palabras susurradas, difíciles de entender. Al encontrar accidentalmente un paquete de cartas, fechadas a finales del siglo XVIII, empiezan a comprender que estos fenómenos guardan relación con una estatua sacada de una tumba del Antiguo Egipto, que puede traer la desgracia a quien la posea.
La obra está muy bien escrita, mantiene tensa la intriga que sustenta la trama hasta su desenlace y logra una atmósfera ambiental consistente. Los personajes, habitantes de una tranquila población rural sueca, poco familiarizada con sucesos extraordinarios, están caracterizados de modo convincente y la acción se adentra en el terreno de lo fantasmal de forma hábil y sugestiva, sin llegar a excesos de terror. Aunque a propósito de los fenómenos inexplicables de índole extranatural, hay alguna alusión de signo panteísta sobre el destino del alma tras la muerte, no pasa de ser una leve alusión, poco relevante. El estilo, sencillo y directo, se beneficia de una correcta traducción. La autora, figura clásica de la literatura sueca para jóvenes, publicó el original en 1979.

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