LOS LOBOS DE PRAGA

Novela de intriga policiaca, que como todo lo escrito por Benjamin Blake (John Banbille, Irlanda, 1945), tiene esa fuerza característica que le da a todos sus escritos. Es una novela sólida, en la que no hay cabos sueltos y en la que todo está medido perfectamente. Los personajes son vivos, atrayentes o no, pero siempre reales y coherentes, de manera que el lector se familiariza con ellos porque los siente moverse y pensar según su forma de ser. Los diálogos están perfectamente encuadrados y en ellos no sobra ni falta nada. Por otra parte, los escenarios que envuelven a los personajes están bien descritos, no son excesivos, es más son pocos, pero dan una imagen viva de donde se están desarrollando los hechos, se sienten como conocidos y contribuyen a dar fuerza a la trama y la acción: no son superfluos. Estos ingredientes hacen que esta novela de intriga en la que hay que descubrir unos asesinatos, arrastre a la lectura.
La originalidad del caso es que la acción transcurre en Praga en diciembre de 1599. Como el mismo Black dice en la “Nota final del autor”, es una fantasía histórica, que se desarrolla en la corte de Rodolfo II, un personaje “fantasmagórico” que acoge en su corte todo tipo de tendencias, sobre todo magos y personajes relacionados con la alquimia.
En la novela conviven personajes reales que estaban allí en aquellos momentos y que ostentaban cargos en la Corte, con otros ficticios creados por el autor, pero que están perfectamente ensamblados con los reales. Solo advierte de un personaje histórico que ha distorsionado para que encajara en la trama.
Christian Stern, el protagonista, llega a Praga con el deseo de triunfar, pero la misma noche de su llegada se ve envuelto en un suceso que va a cambiar su vida: descubre el cadáver de una chica que claramente ha sido asesinada. Es acusado del hecho, pero sale airoso porque es rescatado por el mismo emperador, que le encarga que descubra al asesino. El emperador le tiene por alguien muy especial y un enviado. A partir de ahí, y gozando de su favor, entra en contacto con los personajes que mueven todos los hilos en la Corte, pero no avanza en la investigación ya que está rodeado de un ambiente lleno de intrigas y en el que nadie dice lo que piensa. Sufre todo tipo de desengaños y cuando parece que es imposible que saque nada y su misma vida está en peligro, logra aclarar las cosas.
La novela es redonda, ya que acaba con lógica y sin estridencias, que es lo mejor que se puede decir del final de una novela de intriga. Tiene algunos detalles, sin mucha importancia, que se puede interpretar como ataques a la Iglesia, pero son opiniones muy aisladas del protagonista y que no se pueden tomar como indicativas del conjunto. También contiene algunas escenas moderadamente sensuales.

Alberto Portolés