LUZ DE JUVENTUD

Después de Morir en primavera, novela en la que a través de las vivencias de un joven reclutado por los nazis se recrea el final de la Segunda Guerra Mundial con enorme verosimilitud y cierto grado de indulgencia, Libros del Asteroide vuelve a traducir una obra del prestigioso autor alemán Ralf Rothmann (1953).
Con apenas doce años, Julian vive en un pequeño pueblo de la cuenca del Ruhr con sus padres y su hermana Sophie. No le gusta ir al colegio y forma parte del Club de Animales, aunque para ello tenga que aportar cervezas y cigarrillos cargados en la tienda a la cuenta de su familia. En casa todo gira en torno a las instrucciones de su madre, fumadora empedernida de salud endeble, y de un padre minero no especialmente cariñoso. Sophie le revela que ese año irán de vacaciones, pero la sorpresa es que él deberá quedarse con su padre en casa todo el verano. En ausencia de las mujeres de la familia, cobrará mayor relevancia la presencia de su vecina, Marusha, la hija del señor Gorni, una joven de quince años que descolocará con sus palabras y su comportamiento desinhibido a Julian.
Rothmann retoma una vez más el tema de la pérdida de la inocencia como hilo conductor de esta novela. Pero lo hace de un modo muy sutil con el que permite al lector comprender situaciones que el joven protagonista por sus reacciones parece no estar preparado para entender: la crisis del matrimonio, la dureza del trabajo en la mina, el cuerpo femenino, las primeras relaciones sexuales. El autor difumina de esa manera la frontera entre la inocencia y la madurez incipiente del pequeño protagonista que observa y se relaciona a lo largo del verano con distintos personajes sin saber muy bien a qué atenerse. El papel que representa Marusha recuerda en cierta manera a la Lolita de Nabokov, por centrar su mirada en los adultos despreciando sin maldad al joven Julian que ni siquiera termina de comprender el juego de seducciones y claudicaciones que están teniendo lugar a su alrededor. El verano se asocia con la infancia y el final del verano le pone punto final a una etapa vital a la que el pequeño Julian despide quitando el póster de pájaros que ha presidido su habitación durante algunos años y que deja una huella blanca en la pared: su inocencia.

Álvaro Lucas