MI DESEO ES LA LEY

El reconocimiento de los derechos humanos ha sido un acontecimiento decisivo del siglo XX. Pero a nadie se le escapa que el discurso en torno a ellos ha dejado de ser jurídico. Con los derechos sexuales, por ejemplo, se pone de manifiesto que, en las últimas décadas, y a causa de la confusión entre lo jurídico y lo político, la ideología se ha colado en el discurso de los derechos del hombre, conformando un código que Puppnick considera narcisista, nihilista e incluso violento.
El autor de este libro es experto en derecho internacional y derechos de las familias, además de uno de los miembros de One of Us, la federación europea que lucha a favor de la familia y la vida. Su ensayo está formado por dos partes. La primera de ellas analiza los fundamentos de los derechos humanos como corolario de la derrota del pensamiento moderno. Con perspicacia, sostiene que la Carta de Derechos Humanos de la ONU fue fruto de un acuerdo entre las visiones individualistas de los derechos humanos y las personalistas. De ahí esa ambigüedad que aqueja desde entonces a la dignidad humana como fuente de los derechos fundamentales.
“Competían entre sí dos concepciones opuestas del hombre y de su dignidad: por un lado, el hombres es hijo de Dios, portador de una naturaleza y que recibe su dignidad de Dios o de la naturaleza; por otro, el hombre es su propio padre, autor de su dignidad”. En última instancia, para Puppnick el problema es Dios: si se reconoce o no como creador. Por eso, tanto en el caso de los derechos humanos como en la política, es también importante el laicismo. Una vez que se elimina la referencia a la trascendencia, está el peligro de que las ideologías infecten el discurso sobre los derechos fundamentales, a pesar de que en ellos se mencione a la persona.
En la segunda parte de su libro, el jurista francés se enfrente a las raíces emancipadoras del individualismo, concluyendo en la noción abstracta a la que aboca. La última parte es un análisis minucioso de los “nuevos derechos”, los transhumanos, en los que se alían la desaparición de la naturaleza humana con el poder técnico, con el resultado de las más completa alienación de la persona. Al hilo de estos derechos, y a su definición jurisprudencial, a la que tanta atención presta el ensayo, Puppnick revela cómo se han ido conformando exigencias jurídicas de reclamaciones sin fundamento en el derecho. La procreación artificial, el abandono de la finalidad terapéutica de la medicina, la gestación subrogada o la represión de la conciencia son algunos de los fenómenos que examina.
Pero el libro no acaba ahí. Para evitar el pesimismo, el escritor francés deja una puerta abierta a la esperanza llamando a la “resistencia política”. Recuerda cuál es el verdadero bien del hombre, y desde la persona humana, exige enfrentarse al individualismo ideológico. Por muy poderosa que parezca la fuerza del reduccionismo antropológico, no tiene capaz de enfrentarse a la verdad de la naturaleza humana, concluye.

TROA