MI MADRE ES UN RÍO

Después de La retornada y Las hermanas del Borgo Sud, Pietrantonio nos deja otro relato lleno de poesía, aunque en una prosa cuidada, sencilla y rica de expresiones y de matices.

Se trata de introducirnos en el centro del amor de una hija a su madre. El escenario son los queridos Abruzzi, tierra natal de la autora y el momento es a mediados del siglo pasado, cuando todavía se vive en una pobreza grande y no se ha dado el salto a la civilización; fuera de las ciudades, no hay agua corriente, ni electricidad, se vive malamente del campo y de cuatro animales y los hombres tienen que emigrar a Alemania o Suiza para sacar adelante la familia, mientras que las mujeres, a veces cargadas de hijos, tienen que atender a todo. La vida de los niños es feliz, pero en medio de una gran pobreza.

La madre tiene una atrofia cerebral que va en aumento, y la hija vive pendiente de ella y del padre, que pasa a ser un paciente personaje secundario. Por una parte, se va describiendo el deterioro que produce la enfermedad en la madre, dando lugar a veces a situaciones ordinarias grotescas y actitudes incomprensibles, pero sobre todo lo que se va a relatar sobre ese fondo es el cuidado, la delicadeza, de la hija para cuidar a una madre que la quiso y la quiere, pero no tuvo mucho tiempo para cariños, aunque procuró para ella lo mejor.

Lo que se le ocurre a la hija es ir contándole cómo ha sido su vida y esto le llevará a recordar toda la historia familiar, comenzando por la bisabuela. Lo que intenta es ayudarla a reconstruir su vida, su identidad, aunque a la vez también la hija sale favorecida, porque se va encontrando a sí misma y va reconociendo y haciendo crecer unos sentimientos que la humanizan, la enriquecen, aunque tiene que luchar con una repulsa irracional en algunos momentos. Los recuerdos van emergiendo, a veces son alegres, como su boda, otras veces son tristes.

No hay sentimentalismo en ningún momento, ni superficialidad, sí hay dulzura, comprensión, dolor, rectificación de una relación que siempre tuvo una parte conflictiva.

La novela hace pensar y el lector se verá arrastrado a pensar también en sí mismo y en sus relaciones interpersonales y seguramente en mejorar en la comprensión de los que le rodean.

TROA