MI NOMBRE ES PARVANA

La cuarta novela de la serie que la autora dedica a Parvana, una adolescente afgana que ha perdido su hogar y a su padre en la guerra contra los talibanes. En esta ocasión aparece junto a su madre y hermanas dirigiendo una escuela femenina que cuenta con apoyo financiero de organizaciones humanitarias extranjeras. Al principio abundan las alumnas y el proyecto avanza, pero los radicales islamitas amenazan a los habitantes del pueblo para que no envíen a sus hijas. La hermana mayor va a estudiar a Estados Unidos con una beca, la madre muere asesinada por los talibanes y Parvana es detenida por los soldados occidentales que la toman por una terrorista. Cuando por fin se aclara el error, decide no huir del país sino permanecer en la clandestinidad, ayudando a mujeres en circunstancias de abandono similares a las suyas o que huyen de la violencia doméstica. La obra narra la ya conocida oposición de muchos hombres afganos a que las mujeres estudien y ejerzan una profesión fuera del hogar. El desgaste humano de una larga guerra, primero contra los rusos, luego contra los radicales islámicos y después de las tropas aliadas de Occidente contra los rebeldes, queda reflejado en las referencias a la miseria, suciedad, hambre, familias deshechas y hogares destrozados por las bombas. La figura de la protagonista es un símbolo de sufrimiento, falta de libertad y victima de prejuicios ancestrales. La autora, de nacionalidad canadiense, señala la incomprensión mutua que separa a los afganos musulmanes tanto de los fanáticos de su misma religión como de los soldados extranjeros, que no logran entenderlos y que, al sufrir atentados terroristas, desconfían de todos los indígenas. Bien escrita, aunque más testimonial que literaria, la obra pone de manifiesto la capacidad de resistencia ante la adversidad de Parvana y su tenaz empeño de ayudar a los demás.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa