- Editorial: TUSQUETS
- Año de edición: 2020
- Materia: Narrativa contemporánea
- ISBN: 978-84-9066-872-6
- Páginas: 336
- Encuadernación: Rústica
- Colección: Andanzas
- Idioma: Español
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Murakami es un escritor japonés extraño, con obras de corte kafkiano e imaginativo. En sus novelas aparece siempre algo insólito e imaginativo que penetra en la vida cotidiana y da un cambio o decide la narración. Tal vez sea esto lo que le ha congraciado con numerosos lectores que, tanto en Asia como en Occidente, esperan ansiosos la llegada de sus obras. A ello se añade el prestigio que tiene: ha cultivado también un aire misterioso sobre sí mismo, no concede entrevistas y ama la sencillez. Es un autor fuera de los círculos literarios.
Pero, a pesar de que pasa por ser un desconocido, hay dos cosas que se saben de él y a las que siempre que puede hace referencia: su amor por el deporte y su amor por la música. Fruto de este último es esta obra en la que el autor japonés mantiene con su amigo, el director Seiji Ozawa, un largo y divertido diálogo sobre la música. Se trata de una conversación especialmente formativa porque, a lo largo de la misma, Murakami, que no ha recibido educación musical, pone de manifiesto sus filias y fobias y, sobre todo, que para amar lo musical no se necesita más que escucha atenta, algo parecido a esa actitud zen que el novelista lleva a gala.
Las conversaciones, que se inician a partir de consideraciones compartidas sobre algunas obras (Concierto para piano y orquesta número 1 de Brahms, algo de Beethoven o de Mahler, por ejemplo), van más allá de esas composiciones. Si Murakami adopta el papel de alumno, sin duda es Ozawa, que ha dirigido la Orquesta Sinfónica de Chicago, el maestro. Junto con las sensaciones que los sonidos deparan en el alma de cada uno, en estos largos encuentros es Ozawa quien más habla y transmite su experiencia, así como los conocimientos técnicos necesarios, a Murakami.
El escritor japonés, sea como fuere, se considera un amateur. Y lo confiesa, sin ningún tipo de pudor. Para él, escuchar música es un ejercicio personal de acercamiento a lo artístico y como toda forma de arte la música está ahí para hacer feliz a quien la escucha. Junto a las composiciones famosas, la vida del compositor y del director y las dificultades a la hora de dirigir la orquesta, Murakami también se da cuenta de los paralelismos que existen entre quien se dedica a la música y quien escribe, ya que, en muchos casos, emocionan al público gracias a la labor callada que hacen en el momento de la creación.
Hay varias personas a las que puede interesar el libro. Por un lado, a los seguidores incondicionales de Murakami. Por otro, a quienes aman tanto la literatura como la música, ya que disfrutarán de este ensayo el doble. Y, por último, puede ser una lectura muy formativa para quienes quieren aprender de música. Es aconsejable escuchar antes de introducirse en sus páginas las composiciones a las que hacen referencia, así como hacerlo después, conociendo los detalles que revela Ozawa y las sensaciones que la escucha ha deparado en el sensible escritor japonés.
TROA
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