NADA SE ACABA

Nada se acaba es la historia de un matrimonio canadiense que comienza a naufragar irremediablemente en el momento en que el amante de la mujer opta por el suicidio. El impacto que produce en ella este suceso quiebra el frágil equilibrio de la pareja, rota afectivamente desde mucho tiempo atrás. Aunque ambos mantenían relaciones extraconyugales con el consentimiento del otro, por el bien de sus hijas, conservaban una aparente convivencia que de pronto les resulta difícil sostener. La acción transcurre entre finales de 1976 y mediados de 1978, período de tiempo que tardan los protagonistas en decidirse a consumar su divorcio.
Margaret Atwood (Otawa, 1939) narra la ruptura de esta pareja en tercera persona a base de capítulos breves protagonizados alternativamente por la mujer, el marido y su amante, compañera de trabajo de su esposa. Este trío, unido a otros personajes secundarios, familiares y examantes, sostiene una trama tensa, contada paso a paso, con una detallada parsimonia que resulta muy eficaz para expresar la agobiante situación que todos ellos soportan. Desde el punto de vista técnico, la novela está hábilmente desarrollada, sin escatimar recursos para transmitir los encontrados sentimientos de los protagonistas, dudas, vacilaciones, sufrimientos, y desorientación afectiva que les aquejan. El estilo, de un realismo sobrio y acerado, matiza cuidadosamente la forma de expresarse de cada personaje, adaptando sus registros lingüísticos al nivel social y cultural que la autora le ha atribuido. Sus voces, gestos y conductas responden a este esquema psicológico y de clase y con el entorno ambiental en que se mueven. Muy medida y ajustada en sus aspectos de fondo y forma, la novela no pretende intrigar o sorprender sino diseccionar un matrimonio fracasado hasta en los más íntimos detalles, análisis que no entra en consideraciones morales en cuanto a lo que significa la mutua y constante infidelidad conyugal. Esta actitud, sin llegar a servir de pretexto para introducir elementos eróticos, sí revela una postura de permisividad carente de principios.

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