NI DE EVA NI DE ADÁN

Narra esta novela un episodio de fondo autobiográfico de la autora, nacida en Japón en 1967. En enero de 1989 llega a Tokio, donde se ofrece como profesora particular de francés. Su primer alumno será un adinerado estudiante, con el que entabla una relación amistosa y después de convivencia, aunque no llegan a vivir juntos todo el tiempo por dificultades de instalación. Durante dos años disfrutan de su mutua compañía y perfeccionan sus conocimientos del idioma del otro, hasta que la insistencia de él en un compromiso matrimonial determina que ella se vuelva a Bruselas, en apariencia de vacaciones pero en realidad resuelta a no volver.
La trama combina un doble proceso de enamoramiento: del joven japonés y del país al que éste pertenece. La autora narra con un estilo ágil, cálido y poético, mucho más amable y natural que en sus títulos anteriores, una historia de descubrimientos, afectos, aprendizajes, que supone un continuo superar barreras culturales a base de entendimiento y comprensión. Aunque cuenta con episodios divertidos, no es éste un libro de humor sino de sentimientos, muy elaborado literariamente y con numerosas referencias metaliterarias que le añaden interés y profundidad. Con gran elegancia, el trasfondo sexual de la relación entre los protagonistas se reduce a referencias elípticas, ya que el argumento de la novela no se apoya en recursos de índole erótica.

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