NUESTROS INESPERADOS HERMANOS

Amin Maalouf, escritor libanés nacido en 1949, es uno de los autores actuales más brillantes en lengua francesa. En 2010 recibió el Premio Príncipe de Asturias en reconocimiento a toda su obra y a su labor por propiciar lazos entre Oriente y Occidente.
Nuestros inesperados hermanos es su última novela y con ella Maalouf coloca a la humanidad en una situación próxima a la desaparición víctima de sus propias ambiciones de poder y de su ignorancia.
Alec, nacido en Montreal y con cincuenta años cumplidos, es dibujante y articulista de viñetas que envía semanalmente a un periódico desde su casa, situada en una pequeña isla en el Atlántico próxima a la costa francesa y unida a otra algo mayor por un paso que queda oculto con las mareas. Su única vecina es una escritora de treinta y ocho años que tras el éxito conseguido con su primera novela ha venido a vivir a la isla huyendo de la fama y de una humanidad que no le satisface. El trato entre ellos es inexistente hasta que un inusitado apagón en la isla y las islas próximas le hace sospechar que podría tratarse de una explosión nuclear y que el fin del mundo podría estar cerca. Durante unos días todas las comunicaciones se cortan y el desconcierto es total. Cuando se reanudan, Alec logra hablar con su viejo amigo Moro que es ahora asesor del presidente de los Estados Unidos. Es él quien le dice cual es la causa de este apagón generalizado: descendientes directos de la Antigua Grecia y con una alta cualificación científica, se han propuesto intervenir en el mundo para evitar un ataque nuclear masivo y encauzar a los hombres hacia una vida en paz, aunque con ello pudieran comprometer la libertad de decisión de los países.
La novela es una ficción en la que se pueden encontrar algunos paralelismos con la situación actual por el COVID-19, aunque fue escrita unos meses antes. Con gran imaginación el autor lleva al lector a un futuro que ha resultado demasiado cercano.
En cualquier caso, Maalouf, valiéndose de imágenes inverosímiles, plantea la posibilidad del final que siempre, en todas las épocas, ha intimidado al hombre, le ha desconcertado y ha puesto a prueba su vulnerabilidad.
Por medio de metáforas plantea la posibilidad de la destrucción total como consecuencia de no saber protegernos de nosotros mismos y las erróneas decisiones de algunos gobernantes. Con todo, aunque el planteamiento es inicialmente negativo, deja abierta la puerta a la esperanza y al resurgir de la vida.

Encarnita Herraiz