OJALÁ ESTUVIERAS AQUÍ

En el tercer episodio de la serie de novelas de Julio César Cano (Capellades, Barcelona, 1965) protagonizadas por el inspector Monfort, destinado a Castellón de la Plana en comisión de servicios, debe encargarse en Ojalá estuvieras aquí del asesinato de Pedro Casas un próspero empresario, muy conocido en la vida comercial de la ciudad. El cadáver de la víctima fue encontrado por las encargadas de la limpieza dentro de las instalaciones del Mercado Central en una de las horas de mayor asistencia de compradores.
La policía solo dispone de un testigo que percibió la extraña actitud de un hombre con el que tropezó en el momento que abandonaba a toda prisa el local en dirección a las puertas de acceso. Mientras los agentes se dedican a la tarea de identificar y detener al sospechoso, éste aparece muerto en extrañas circunstancias con lo que desaparece la única pista que podría haber supuesto el cierre del atestado policial. El equipo del inspector deberá partir de cero y ampliar el número de entrevistas a familiares y amigos del empresario Casas que, tras abandonar el hogar familiar, ocultaba una gran fortuna obtenida con negocios y actividades de dudosa legalidad que le granjearon numerosos enemigos. La intriga policiaca alterna con las cuestiones personales tanto del inspector Monfort como de los miembros de su equipo, con especial referencia a la inspectora Silvia Redó, cuyo permanente conflicto con su novio altera su dedicación a las investigaciones en marcha. Otro tanto sucede con el inspector que, debido a la grave enfermedad de sus ancianos padres, se ve forzado a prestarles atención y delegar sus funciones en los agentes a su cargo. A pesar de todas estas dificultades, logran desentrañar un caso que en principio parecía sencillo de resolver aunque resultó de extrema complicación al intervenir personas ambiciosas dispuestas a cualquier acto de violencia con el propósito de acceder a la fortuna oculta de Pedro Casas. Los paisajes que rodean la capital de Castellón, las costumbres, mentalidad y sencillez de sus de sus gentes, forman parte de la trama y muestran la capacidad de Julio César Cano para mantener viva la atención del lector e interesarle en los problemas humanos de los protagonistas, hombres y mujeres que deben hacer compatible el trabajo con su vida privada. Aunque se alude a situaciones irregulares, acciones inmorales de los delincuentes y se reproducen expresiones procaces puestas en boca de los delincuentes, el autor destaca la entrega generosa de los policías que arriesgan su vida al servicio de la sociedad.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa