OLGA

Bernhard Schlink ejerce como juez en Alemania, profesión que compatibiliza con la escritura, afición que le ha reportado reconocimiento de crítica y público.
Corre el último decenio del siglo XIX cuando Olga Rinke queda huérfana al morir sus padres de tifus. De condición pobre y sin más parientes que su abuela paterna que no le tiene ningún afecto, Olga ha de trasladarse con ella hasta la región de Pomerania, a un pueblo de campesinos donde deberá ayudar en las tareas de labranza en detrimento de sus estudios.
Apenas tendrá relación con otros niños hasta que conoce a Herbert, el hijo de la familia más rica del lugar, un muchacho inquieto, idealista y poco dado a los estudios. Con él y con su hermana Viktoria formarán un trío en el que Olga siempre estará en situación de inferioridad por su condición humilde. El trato amistoso entre Olga y Herbert irá evolucionando hacia el enamoramiento. Ante la negativa de los padres del muchacho a formalizar la relación con la amenaza de desheredarlo y los obstáculos de Viktoria con intención de separarlos, los dos jóvenes iniciarán una vida amorosa a escondidas.
La primera separación llega cuando Herbert se incorpora al ejército y Olga consigue una plaza en la escuela para maestras. Pero fieles a su entrega y a su palabra de amor volverán a reencontrarse. Comienza para ellos una relación intermitente cuando Herbert, de natural inquieto, decide iniciar viajes y aventuras por lugares lejanos gracias al dinero que ha podido heredar de una tía, hasta que a finales del verano de 1913 el joven emprende una expedición a la Tierra del Norte, lugar del que nunca volverá.
Volcada en sus alumnos, especialmente en Eik, el hijo pequeño de una familia amiga, Olga vivirá desde ese momento con la esperanza de su amor por Herbert intentando superar todas las amarguras que dos guerras mundiales y una Alemania dividida le acarrean, por, no le cabe la menor duda, las exageraciones y el mal gobierno de Bismarck.
La novela que se divide en tres partes habla de una época muy significativa de la historia de Alemania en las vivencias de sus dos protagonistas. Ambos representarán las dos visiones antagónicas del país: la idealista, que exagera sus propias posibilidades, y la pragmática, que se inclina hacia un sentido fatalista de la vida. Ambas ocasionarán el desastre inevitable de la guerra y de la pérdida.
Schlink escribe una historia intensa, íntima y conmovedora de una mujer que espera, pero que no quiere una vida en constante búsqueda. En su pragmatismo, Olga no necesita de Dios, se vale por sí misma, pero no lo anula ni lo niega. No necesita sustituirlo por un anhelo de inmensidad interminable ni perderse en la nada como le sucede a Herbet desde el momento que se declara ateo, una decisión que le lleva a desear una trascendencia que él mismo se niega, empujándole a una búsqueda egoísta y solitaria hacia ninguna parte.

Encarnita Herraiz