PARÍS

El premio Herralde de novela recayó en su edición de 1999 en la primera escrita por su autor (n.1968), nieto de Gonzalo Torrente Ballester y autor hasta ahora de un libro de cuentos y de varias recopilaciones de narrativa breve. Se trata de un relato de iniciación, narrado en primera persona por el protagonista, un niño cuya última niñez y adolescencia están marcadas por la ausencia intermitente del padre, un personajeque frecuenta la cárcel y es incapaz de hacer vida familiar.
El eje argumental es la relación madre-hijo, descrita con minuciosidad y afán analítico casi obsesivo. Ya desde la primera página, el uso de frases largas y enjundiosas demuestra voluntad de novelar en profundidad el despertar de un alma infantil al mundo adulto, y también una clara inexperiencia técnica y estilística. Sin embargo, detrás de los bien descritos sentimientos de miedo, incertidumbre, desconcierto, perplejidad o incomprensión del personaje central ante la conducta de sus padres, juntos o por separado, la obra no encierra una finalidad, un contenido de fondo, sino una reflexión inconclusa, que no se dirige a un objetivo concreto. Carente casi por completo de diálogo y con una acción sobrecargada de episodios irrelevantes, muestra carencias, excesos y vacilaciones formales propios de un primer intento narrativo.

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