PAX ROMANA

El historiador británico Adrian Goldsworthy (1969) autor de numerosos estudios sobre el mundo antiguo, presenta en Pax Romana una síntesis de las instituciones a través de las cuales controlaba un imperio que se extendía desde los ríos Tigris y Eufrates en Mesopotamia hasta el Norte de África, la Península Ibérica y Gran Bretaña.
Con el fin de seguir los cambios que se sucedieron al paso de los siglos, la obra estudia por separado las distintas épocas, desde los tiempos de la República hasta el imperio, nuevo régimen autoritario iniciado por Julio César y llevada a la práctica por su heredero y primer emperador, Octavio Augusto. Goldsworthy se propone demostrar la validez del concepto de Paz Romana para definir el contenido y significado de una civilización que fue capaz de garantizar el orden y seguridad de los ciudadanos dentro de sus fronteras. Sin embargo, es evidente que la conquista de tales objetivos no se logró de forma pacífica. No en vano las legiones fueron el instrumento que permitió alcanzar esos fines, tan eficaz y diestro en los campos de batalla como feroz en las represiones contra los enemigos y despiadado en el trato con los vencidos. Aunque el autor reconoce que el poderoso y extenso imperio se forjó con la espada, también demuestra cómo, asentada la victoria militar, las normas propias del estilo romano de vida substituían con ventaja el desorden la arbitrariedad y las guerras que enfrentaban a las tribus rivales de los pueblos sometidos. La reconstrucción de los hechos recogidos se basa en fuentes documentales facilitadas por una larga serie de cronistas y escritores de la época, como Tácito, Tito Livio, Cicerón, Julio César y de autores modernos, en su mayoría de procedencia anglosajona, que aportan el resultado de investigaciones históricas y arqueológicas realizadas en los últimos años.Frente a las corrientes actuales que niegan los valores de la civilización romana, Goldsworthy muestra con argumentos rigurosos y bien fundados que, sin la presencia secular del imperio, pese a sus vicios y errores, individuales y colectivos, la vida actual no presentaría la misma imagen que ahora posee. Lengua, cultura, comercio, derecho y política, arquitectura y urbanismo, conservan elementos y formas heredados de un mundo que, mantiene viva su presencia. Como señala el autor, mil setecientos años después de su caída, numerosos esquemas y recuerdos de Roma todavía permanecen vivos en la memoria de las antiguas provincias conquistadas. El estilo, de alto nivel de divulgación, logra combinar la claridad en la exposición con el rigor documental propio de un estudio académico.

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