- Editorial: CIUDAD NUEVA
- Año de edición: 2017
- Materia: Educación familiar
- ISBN: 978-84-9715-380-5
- Páginas: 256
- Encuadernación: Rústica
- Colección: < Genérica >
- Idioma: Español
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La realidad es la que es; está ahí con su irrebatible evidencia y su apariencia palpable. Está ahí y no podemos negarla. Ahí están la brecha digital, el acoso escolar, la desidia de muchos de nuestros hijos o alumnos, las faltas de respeto, la crisis de autoridad y de valores, la corrupción del conocimiento, la superficialidad en las relaciones y la banalidad de la información. Eso está ahí y es innegable; pero es más: Ese es nuestro punto de partida como educadores.
En porque te educo (me) arriesgo, Jesús García propone al lector- padre o maestro- una nueva de manera de mirar la educación, reflexionar de nuevo, provocarle, en definitiva, para que se plantee su trabajo, su tarea, su vocación educadora, partiendo de la realidad de hoy, realidad que Jesús García conoce bien y que presenta al lector de manera autobiográfica desde las primeras páginas del libro.
Para ello utiliza la bella imagen del tapiz porque para él cada alumno es un tapiz, con sus nudos, su haz y su envés, sus hilos bien o mal entretejidos, sus brillos y sus mates. Un tapiz con su bastidor firme y acogedor hecho de estilo autoritativo -ni autoritario ni permisivo-, que haga chicos felices, seguros y libres. Hecho de haber formado una conciencia que sepa elegir para el bien y de unos valores universales a los que el educador haya conseguido sacar otro brillo para que puedan ser buen antídoto contra la sociedad líquida, la de la exterioridad hueca, del individualismo asfixiante, de la ética indolora, de la masa consumista, de los espacios vacíos en la que se mueven los chicos de hoy.
Después
el tapiz hay que tejerlo, trabajarlo, y ahí el educador, padre o maestro, sabe -o debe saber- que es modelo, mediador imprescindible entre el mundo y el futuro de sus hijos o sus alumnos. Sabe que no ha de temer a los límites pues éstos, como el suelo, el techo y las paredes nos limitan, pero a la vez nos dan seguridad. Sabe que la tecnología no debe desconectarles de la realidad y que la familiaridad con que los chicos usan los medios virtuales les lleva a preferir lo virtual a lo real porque es más cómodo, aunque mucho menos enriquecedor y aquí sí que hay que ir como los salmones: contracorriente.
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