¿QUÉ CLASE DE CRIATURAS SOMOS?

El lingüista, sociólogo y activista de la izquierda radical Noam Chomsky (Filadelfia, USA, 1928) presenta en los dos primeros capítulos de este ensayo una síntesis de sus teorías sobre la estructura gramatical del lenguaje y en los dos restantes una revisión crítica de los conflictos civiles dentro de las sociedades modernas.
Desde la cátedra en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) Chomsky se convirtió en la figura más destacada de la lingüística de su país, al afirmar que la capacidad de comunicación a través del lenguaje era una cualidad biológica innata, común a todos los seres humanos. Los diversos idiomas sucedidos a través de la historia, no serían más que una muestra del ingenio del hombre, que ha sabido adaptar la lengua a las más diferentes circunstancias de lugar, ambiente y cultura. De acuerdo con el referido esquema, el autor aclara en esta obra ciertos aspectos de sus trabajos anteriores, al reconocer la dificultad de expresar en términos comprensibles las ideas abstractas que conforman la base del pensamiento filosófico, moral o de carácter ético. Mientras Chomsky acredita una vez más en el ensayo su competencia dentro del ámbito de la filología y las ciencias del lenguaje, al abordar en la segunda parte cuestiones de índole social y política, se deja llevar de ciertos prejuicios que muestran una actitud sectaria y apasionada en contra de los valores, sobre todo económicos, que se consideran característicos del pueblo americano. Como alternativa, tras declararse partidario de la corriente del anarquismo libertario, propone substituir el régimen capitalista de su país por una sociedad en la que los sindicatos de trabajadores asuman el control de las empresas y dediquen los beneficios obtenidos al servicio de los desfavorecidos. Rechaza el sistema bipartidista de los Estados Unidos y acusa igualmente a Republicanos y Demócratas de favorecer las estructuras del poder que benefician a los ricos y oprimen a los carentes de recursos. Se declara contrario a cualquier tipo de religión cuando respalda a gobiernos que él califica de injustos, aunque apoya los movimientos de base de la llamada Teología de la liberación, inspirados en el marxismo, tal como se desarrollaron en ciertos países de Latinoamérica. Con estilo incisivo, claridad expresiva y tono demagógico critica el autor los valores de competitividad y superación personal que, en su opinión, son la causa de que las desigualdades sociales, en lugar de desaparecer se incrementen con el paso del tiempo.

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