RENDICIÓN (PREMIO ALFAGUARA DE NOVELA 2017)

Rendición, la novela con la que Ray Lóriga ha obtenido el Premio Alfaguara en su edición de 2017, comienza cuando, durante una larga e incierta guerra, un matrimonio cuyos dos hijos se encuentran en el frente, recibe la orden dictada por las autoridades que los obliga a recoger sus objetos personales, abandonar el lugar y quemar su casa. El marido, la mujer y un niño de nueve años al que han acogido, presuponiendo que sus padres lo han abandonado o han muerto, algo sobre lo que él no da explicaciones porque se niega a hablar, cumplen con lo mandado en medio de una gran pesadumbre. A continuación los tres suben con otros habitantes del mismo pueblo a un autobús que ha de conducirles a un lugar seguro, llamado la ciudad transparente, donde estarán lejos de los bombardeos y tendrán asegurados el sustento, la ropa y el trabajo. La acción, narrada en primera persona por el protagonista y cabeza de esta pequeña familia, describe el proceso de adaptación que exige habituarse a vivir en una ciudad donde todas las necesidades están resueltas pero en la cual, debido a que las paredes de las viviendas, incluso en las zonas más íntimas, son transparentes, la noción de pudor ha desaparecido.
La trama argumental, muy interesante, recuerda a la inversa la situación de los judíos en los campos de concentración de la Alemania nacionalsocialista. Al contrario de lo ocurrido en el caso de los nazis, en la ciudad transparente, todo es comodidad y calma, aunque venían a coincidir, en cambio, en el mismo ambiente de opresión psicológica y falta de libertad individual. Nadie puede entrar o salir de la ciudad, todo el mundo está obligado a ducharse con agua que contiene algún tipo de droga euforizante y está prohibido recordar el pasado anterior a la llegada a ese paraíso artificial. El protagonista se va dando cuenta poco a poco, de que vivir allí supone una rendición incondicional a un poder desconocido, que ignora si es el de su propio país o del que fue su enemigo en una guerra que tampoco sabe quién ganó. Por el contrario, su mujer y el niño se muestran conformes con la situación y consideran lo que han ganado con esa vida protegida y artificialmente alegre, donde el miedo no existe, mucho más importante que lo que han perdido en dignidad personal. El contraste entre la resistencia del protagonista, al que no se le permite preguntar qué ha sido de sus dos hijos, y el conformismo despreocupado de su mujer, que acaba por encontrar un amante más joven, le lleva, al paso de los años, al divorcio y poco después a intentar la huida y el regreso a su lugar de procedencia. Aunque lo consigue, lo hace en unas circunstancias que le fuerzan a darse por vencido y considerar que su tiempo ya ha pasado. La obra, muy bien escrita, traza unos personajes significativos, representantes de posturas conformista actuales, con una sola excepción. El narrador no es un fanático ni un rigorista, sino un hombre sencillo, de escasa cultura, que quiere a su mujer y a sus hijos, que se hallaba contento con su vida anterior de trabajo en el campo y que cree en Dios aunque su fe no se plasme en prácticas continuas. Su negativa a renunciar a todo lo que dio significado a su existencia queda reflejada de un modo muy expresivo y doloroso. Sin embargo la obra acaba con un final desolador por la forma desesperanzada con que se pone de manifiesto que las personas de sus convicciones no tienen cabida en el mundo del futuro.

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