SALUDOS NADA CORDIALES

El escritor francés Christophe Carlier (1960), doctor en Letras y Literatura Clásica y es autor, entre otros libros, de Lettres à l’Académie Française, con cartas que grandes autores como Balzac, Dumas o Baudelaire enviaron a la Academia. Su primera novela L’assassin à la pomme verte obtuvo diversos premios.
Ressentiments distingués (2017) se ha traducido en castellano como Saludos nada cordiales, y cualquiera de los dos títulos recoge bien el resquemor que late en el fondo de la novela, fruto de un resentimiento o de un trato al que falta cordialidad.
Está ambientada en una pequeña isla del Atlántico en el norte de Francia, frente a las playas de Bretaña. La novela se circunscribe a un pueblo también pequeño, de casas bajas y calles estrechas, en el que los habitantes se conocen entre sí y coinciden fácilmente, muchas veces en La Marine, el bar que atiende Valèrie con su delantal azul y blanco. No son frecuentes las llegadas a la isla de otras personas.
Rompe la tranquilidad monótona de su vida una inaudita provocación. Comienzan a llegar a los vecinos de la localidad misivas anónimas, que socavan su ánimo. Son mensajes breves pero incisivos, en los que se hacen alusiones a la vida personal del destinatario, que preferiría que no salieran a la luz, que no supiera nadie. Anónimos que comentan entre sí los isleños, buscando al autor, y que crean un ambiente de recelo, con sospechas infundadas por falta de datos. La trama se complica con un asesinato y después con el suicidio de uno de los que ha recibido una de esas cartas anónimas. La tensión llega al máximo al llegar la carta de una niña muerta diez años antes.
Pero aunque el argumento tiene una dosis de intriga y el autor quiere intranquilizar al lector, pesa más en la novela la ambientación costumbrista. El relato recoge bien el modo de vida de las gentes de la isla, con sus costumbres y sus complicaciones propias de poblaciones pequeñas, que expone su también las motivaciones, a veces turbias o malintencionadas. Un relato leve en el que quizá se echa en falta un mayor calado en la trama y en los personajes.
El autor, marcadamente francés, escribe con prosa expresiva, frases cortas y párrafos que separa acotados a una acción que distribuye en capítulos también breves.

Carmen Juste