SALVADOR

La historia Salvador Alvarenga comienza en noviembre de 2012, el día que se embarcó en un pesquero con su compañero Ezequiel Córdoba. Parte de Chiapas, en la costa del Pacífico de México en un navío pesquero. Apenas dos días después, una fuerte tormenta inunda su barco, cuando se encontraban a unos 80 kilómetros de la costa. A partir de ahí, van a la deriva, alimentándose de pescado crudo, tortugas y pájaros pequeños y bebiendo agua de lluvia, sangre de tortuga y su propia orina. Un tiempo después su amigo Córdoba, con sólo 22 años, está en los límites físicos y síquicos de resistencia. Nervioso y con miedo después de haberse envenenado por una comida, se niega a alimentarse y muere. La lucha por la supervivencia hace aflorar los grandes valores: ingenio, valentía, fortaleza ante la adversidad, compañerismo para ayudar al amigo débil…; pero a Alvarenga y su amigo les hubiera ayudado el apoyo de la fe en un Dios Padre en el que confiar. Al fin, tras 438 días –más de catorce meses- de deriva, en un estado físico deplorable y sin apenas poder caminar, el 30 de enero de 2014 llega a un lugar habitado: la playa del atolón Ebon en las Islas Marshall, a más de siete mil millas del lugar de salida.
La epopeya de Alvarenga, dominicano de 35 años, ha sido recogida por el periodista de 'The Guardian' Jonathan Franklin en entrevistas publicadas y en esta apasionante novela de aventuras.

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