SANGRE, SUDOR Y PAZ

El escritor Lorenzo Silva (Madrid, 1966) galardonado con el premio de novela Planeta 2012, el oficial de la Guardia Civil Manuel Sánchez (Valladolid, 1963) y el periodista Gonzalo Araluce (Madrid, 1987) especializado en temas de seguridad, han elaborado una extensa crónica sobre las actividades de la banda terrorista ETA desde sus orígenes en 1958 hasta el momento actual.
Desde el primer atentado, que el 7 de junio de 1968 se cobró la vida del Guardia Civil José Antonio Pardines hasta el cese definitivo de la lucha armada, registrado el 20 de octubre de 2011, los atentados de ETA, según los datos presentados por los autores, se habían cobrado la vida de 860 personas, entre miembros de las fuerzas de seguridad, militares, políticos y civiles. El cuerpo más castigado fue el de la Guardia Civil, con 215 asesinados, además de 17 familiares, 11 de ellos niños y dos adolescentes de 17 años. Debido al elevado número de atentados y a las diferentes fases del conflicto, que dio comienzo en el régimen del general Franco y se prolongó durante la Transición y los sucesivos gobiernos de la Democracia, la obra se centra en las acciones de mayor gravedad y repercusión social que provocaron rechazo y temor en la opinión pública por su brutalidad. Entre ellos destaca la muerte de doce jóvenes guardias civiles en el atentado de la plaza de la República Dominicana de Madrid en 1986, el secuestro de Ortega Lara o el asesinato del edil del PP, Miguel Ángel Blanco. Se pone de relieve cómo la constante y callada labor de la Guardia Civil permitió desplegar operativos de notable eficacia, basados en la información, análisis de datos y seguimiento de los diversos comandos de ETA, diversificados en grupos coordinados por una férrea dirección que mostraban gran movilidad al amparo de buena parte de la sociedad vasca. La tarea del Instituto Armado se vio recompensada con numerosos éxitos, al detener a los cabecillas y perseguir las actividades desplegadas en el sur de Francia una vez que las autoridades del país vecino decidieron apoyar sin reservas las unidades antiterroristas de la Guardia Civil. Tal como demuestran los autores, entre los miembros de ETA se desencadenaron rivalidades y luchas de poder, provocadas por continuas detenciones y caídas de comandos que fueron desarticulados y sus dirigentes condenados a duras penas de prisión. Resultan reveladores los datos sobre las actividades internas de la Guardia Civil, hasta ahora materia reservada, que descubren las técnicas seguidas para neutralizar o impedir los atentados que, de no actuar a tiempo, hubieran provocado verdaderas masacres, tanto en casas-cuartel de la Benemérita como en zonas urbanas o centros hoteleros durante las temporadas de turismo. Los nombres y apodos de los etarras, de sus cómplices o colaboradores se anotan con toda precisión, así como la forma en que fueron detenidos y sus reacciones, algunas vergonzosas, al verse descubiertos por las fuerzas del orden. Pese a las extensas aportaciones documentales sobre la elevación de atestados y partes informativos, el estilo ágil, salpicado de anécdotas de notable interés humano, facilita la lectura al tiempo que permiten valorar el sacrificio desplegado por la Guardia Civil hasta la aniquilación total de la banda terrorista.

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