SENTINELS

Con Sentinels, Martín Piñol se distancia, al menos momentáneamente, del género juvenil en el que se ha desenvuelto siempre, aunque conserva el tono de parodia y humor que caracteriza a sus libros anteriores. Inmerso en la crisis de los cuarenta, David, un presentador de programas del corazón que está harto de la tele que hace, decide innovar proponiendo a los ejecutivos de su cadena la creación de un “reality” en el que un grupo de personas previamente seleccionado mediante un casting se entrenen para formar parte de un equipo de élite. Este grupo, inspirado en los superhéroes de los comics clásicos, se arrogará la misión de limpiar las calles de la ciudad de delincuentes y maleantes. En este nuevo reto se embarcará con él Toni, amigo desde el colegio, la etapa universitaria, y productor de sus programas.
Martín Piñol realiza una parodia del mundo del entretenimiento televisivo en el que triunfan los programas de telerrealidad y la telebasura pero lo hace desde la perspectiva de alguien que tiene cierto conocimiento de cómo se gestan y promocionan estos productos en las empresas audiovisuales, poniendo de manifiesto el eterno enfrentamiento entre los ejecutivos de las cadenas y los presentadores o productores, en el que todos miran por su interés sin perder de vista que el mayor poder de negociación lo proporciona la audiencia (“el share”) que se consigue en muchas ocasiones al límite de la ley pero traspasando las leyes del sentido común. Dentro de esta trama general, Piñol trabaja el contraste entre los dos personales principales: un presentador narcisista cuya principal virtud es que no tiene escrúpulos para llevar a cabo sus proyectos y su socio y amigo, un tipo más creativo, bondadoso y tímido al que tiene eclipsado. El transcurso de la acción y la aparición de Diana, seleccionada para formar parte del equipo, harán que la amistad entre ambos peligre pero en el mundo de la televisión nunca se sabe cómo pueden terminar las cosas, depende del público. Al mismo tiempo que a los principales personajes, el autor enfrenta de una manera cómica y un poco cruda el modelo clásico de televisión con el fenómeno “youtuber” personificado por Likatron, otro de los miembros de “Sentinels”. El lenguaje utilizado, las bromas y la ironía en algunos casos no son del mejor gusto adecuándose al entorno en el que se desarrolla la trama, el espectro televisivo actual, se hace referencia de hecho a muchos programas y presentadores reales. El autor aprovecha la trama para disparar a diestro y siniestro no sólo balas sino también críticas ácidas al “establishment” televisivo. Piñol convierte con sus virtudes y defectos lo que podría ser un monólogo cómico sobre el tema en una novela. Los lectores de un libro así buscan más el humor simple y a veces fuera de tono que la calidad literaria.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa