SIN MIEDO A EDUCAR

La autora, periodista y madre de cuatro hijos, lleva a cabo en esta obra una crítica de la cultura de la permisividad.
El libro es interesante, está escrito con estilo ameno y documentado con los resultados de investigaciones actuales, y lleva una amplia bibliografía. Considera la autora que al debilitarse la influencia de lo religioso en la sociedad, los padres, en ausencia de verdaderos valores asimilados, tienden a educar en actitudes superficiales; asimismo, la insistencia en la autoestima habría ido en detrimento de la educación en el autocontrol, y la proliferación de teorías educativas ha sumido a los padres en la confusión y les ha llevado a dudar de lo que harían con sentido común; numerosos estudios avalan que dichas teorías potencian el individualismo, el egoísmo, el narcisismo y el victimismo. Las consecuencias evidentes son niños descontrolados, acostumbrados a recibir y a no dar, y padres que no saben decir que no. Y, con ello, el incremento de la violencia y del porcentaje de depresiones y suicidios infantiles. La autora destaca la importancia de la coherencia y ejemplaridad de los padres, considera esencial el "entrenamiento en el disfrute en el bien", la educación de la afectividad y la sexualidad, la recta formación de la conciencia, ocuparse de los demás y considerar al otro mejor que a sí mismo.
La concepción que tiene la autora de la naturaleza humana es protestante: el pecado la ha corrompido.

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