- Editorial: IMPEDIMENTA
- Año de edición: 2017
- Materia: Ensayos
- ISBN: 978-84-17115-45-6
- Páginas: 800
- Encuadernación: Rústica
- Colección: < Genérica >
- Idioma: Español
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Mircea Cartarescu (Bucarest, 1956), catedrático de la Universidad de Bucarest y recipiendario de importantes premios (Premio de la Unión de Escritores Rumanos en 1990, Premio de la Academia Rumana en 1993 y a la espera del Nobel, para el que la Unión de Escritores de Rumanía lo ha propuesto en distintas ocasiones), ha afirmado que su última novela Solenoide debería leerse a lo largo de cinco años, los mismos que tardó él en escribirla.
Pero, ¿por qué cinco años? Porque, sin duda alguna, nos encontramos ante una novela diferente donde, por empezar, no pasa casi nada. El protagonista, profesor de rumano en la Escuela Primaria número 86 de Bucarest, vive solo en una casa antigua, la casa con forma de barco en un barrio de la periferia de la capital rumana, la ciudad más triste que se haya erigido jamás sobre la faz de la tierra, pero, al mismo tiempo, la única verdadera. Corren los años 80 del pasado siglo, años de plomo en la historia del país. La atmósfera del centro docente donde ejerce el protagonista (quien, por cierto, no tiene nombre) es sofocante. El edificio es una ruina,no hay calefacción, la limpieza es incierta (la novela se abre con las tribulaciones del héroe con los piojos), el director un bruto, los colegas nada interesantes, la educación que se imparte a los niños violenta y tiránica. Sin apenas amigos, tiene una relación íntima con Irina, la profesora de física y se dedica a escribir sus anomalías, es decir sus frustrados sueños de ser un gran poeta y la soledad animal en la que vive (no es de extrañar que su libro favorito sea El diario de Kafka). A partir de la mitad de la novela (hacia la página 244) cobra más relieve la casa con forma de barco, debajo de la cual está enterrado el solenoide, una especie de bobina electromagnética, de la cual hay al menos cinco ejemplares situados en distintos puntos de la geografía bucarestina, que le permite al protagonista largas sesiones de levitación y a la ciudad su ascensión.
La novela acumula símbolos y referencias literarias (Kafka en primer lugar, pero también Lautréamont, Borges, Joyce o los rumanos Eminescu y Camil Petrescu) a medida que se suceden los recuerdos y los sueños del protagonista. La voz del narrador (una especie de monólogo interior que intenta envolver al lector) desgrana detalles de su infancia (la existencia de un hermano gemelo muerto), de los años de estudiante y de la vida en la escuela donde enseña. Personajes con visos de realidad (los colegas) se topan con otros casi oníricos como el tío Mikola (el primer propietario de la casa) o el bibliotecario Palmar.
En definitiva, una novela muy ambiciosa, que intenta abarcar tanto el mundo exterior (descripciones detalladas de la vida en la época comunista) como el interior (fantasías lírico-metafísicas). Resulta una construcción complicada, materializada en un estilo muy frondoso (por cierto, excepcional la traducción de Marian Ochoa de Eribe) que exige una lectura pausada, paciente y cansina, para un deleite que muy pocos tendrán.
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