SÓLO CUANDO TENGO MIEDO

Un niño insomne, un rajá arruinado, una australiana que trabaja como canguro y es aficionada a saltar, y un anciano que cultiva bonsáis son los protagonistas, junto con el inevitable ladrón, de esta novela policíaca cuyo argumento se desvía bastante de las normas convencionales del género. La autora ha imaginado una historia poco verosímil, de tintes surrealistas, pero ingeniosa, entretenida y con un desenlace satisfactorio, al que llega por procedimientos lo bastantes enrevesados para mantener la atención del lector hasta la última frase del texto. El estilo, sencillo, impregnado de humor y con vocabulario correcto pero de uso común, resulta muy adecuado para el público al que se dirige. Los protagonistas actúan siempre movidos por buenos sentimientos y su actitud es comprensiva con quien roba por compulsión psicológica, mientras que muestran firmeza con el delincuente sin escrúpulos.

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